Conductor de un reality le gana la alcaldía de Sao Paulo a Lula

Un empresario millonario que acostumbraba decir a la gente «¡usted está despedido! cuando era conductor de un reality en televisión ganó el domingo la contienda por la alcaldía de Sao Paulo, lo que deja ver el rechazo de un gran número de votantes a los políticos tradicionales y le propina una derrota punzante tanto al presidente Michel Temer como al Partido de los Trabajadores.

Joao Doria, ex anfitrión del programa «El aprendiz» en Brasil obtuvo 53% de los votos después de hacer campaña bajo el lema «Yo no soy un político, soy un empresario». Derrotó a varios contendientes, entre quienes estuvo el alcalde actual Fernando Haddad, un miembro crucial del Partido de los Trabajadores, y a la ex alcaldesa Marta Suplicy, una nueva aliada de Temer.

«Siempre pensé que esto podía ocurrir, incluso cuando comencé con 3% en las encuestas», dijo el alcalde electo en una conferencia de prensa. «Esperen de mí que sea un buen gerente. Es posible hacer política sin ser un político. Derroté a varios políticos en esta elección».

Doria, del Partido Socialdemócrata Brasileño, de derecha, había encabezado las encuestas al acercarse la elección pero no se pensaba que ganaría la mayoría necesaria para evitar una votación de desempate. Su victoria en la primera ronda en Sao Paulo, el motor de la economía de Brasil y un indicador para el escenario nacional, podría tener fuertes implicaciones para la elección presidencial en 2018.

Geraldo Alckmin, gobernador del estado de Sao Paulo y firme partidario de Doria, probablemente se beneficiará, ya que considera postularse a la presidencia. Alckmin lo hizo en 2006 y perdió ante el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien respaldó a Haddad y a varios otros candidatos que perdieron en el estado más rico del país.

Lula, quien gobernó Brasil de 2003 a 2010, es también un aspirante a la presidencia, aunque está acosado por varias acusaciones relacionadas a la extensa pesquisa sobre una red de corrupción y sobornos en la paraestatal Petrobras.

«El Partido de los Trabajadores se tiene que ir. Me estoy fijando en los hechos más importantes y en el efecto de éstos», dijo Helio Soares da Cunha, un jubilado de 74 años que apoyó a Doria.

En Río de Janeiro, la segunda ciudad más poblada de la nación, Temer y el alcalde Eduardo Paes sufrieron una enorme derrota cuando su candidato, Pedro Paulo Carvalho, terminó en la tercera posición. En una votación de desempate se enfrentarán dos de sus mayores adversarios: un pastor evangélico que es ahora senador, y un activista defensor de los derechos humanos que tiene un escaño en la legislatura estatal. El senador Marcello Crivella terminó en primer lugar con casi 28% de los votos, seguido de Marcelo Freixo con casi 19%. Ambos rechazaron el apoyo de Temer y del partido de Paes, el Partido Movimiento Democrático Brasileño.

Durante la campaña por cargos municipales en todo Brasil, las encuestas de opinión mostraron a candidatos ajenos a la clase política que tenían buena aceptación entre el público al prometer erradicar la endémica práctica de sobornos y dar un vuelco a la forma usual de hacer política que condujo a la nación más grande de Latinoamérica a su mayor crisis política desde que Fernando Collor de Mello fue enjuiciado en 1992.

En agosto el Senado votó a favor de echar del puesto a la presidenta Dilma Rousseff por alternar ilegalmente fondos entre presupuestos federales. Rousseff, primera mujer en el cargo quien además estaba en su segundo período, rechazó las acusaciones. Durante la pelea que duró casi un año, ella calificó la campaña de revocación de cargo como un golpe de Estado contemporáneo por parte de una élite furiosa por el gasto en bienestar social efectuado por el Partido de los Trabajadores.

Como telón de fondo a la lucha por retirarla de la presidencia estuvo una cascada de revelaciones de la investigación a la corrupción en Petrobras. Diversos políticos y empresarios de varios partidos grandes han sido encarcelados en relación a la red de corrupción, que según las autoridades dio como resultado más de 2.000 millones de dólares en sobornos.

ENH