El diálogo en esencia debería ser la salida de todo problema, conversar, plantear las diferencias, llegar a acuerdos, evitar confrontaciones y ceder cada parte en conflicto para conciliar. Sin embargo, en Venezuela se plantea el diálogo entre los dos sectores políticos, tanto oposición como oficialismo desde el año 1999, con la Asamblea Constituyente; pero hoy, entran en pugna más variables, la violación a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) (1999), la crisis de la institucionalidad del Estado, la inflación, la escases, el hambre, la pérdida de legitimidad y legalidad, la corrupción, la inseguridad y el descontento de los ciudadanos.
Cada solicitud de diálogo convocado por los sectores en disputa, termina siendo una reunión para imponer el Gobierno y sus decisiones, sin dar paso a las negociaciones y resolución del conflicto, lo cual agudiza cada día la estabilidad política del país. En Venezuela, pareciera que el tiempo de diálogo ya pasó, porque el sector oficialista intenta imponerse para mantenerse en el poder, y aunque habla de diálogo o paz es provocador, juzga al adversario, cerca las posibilidades de expresión y abusa de las fuerzas e instituciones para alcanzar sus objetivos; lo que dificulta el diálogo, porque no se solventan los problemas, no se llegan a acuerdos y el problema en discusión en lugar de solventarse se incrementa; y la oposición por su parte, no ha establecido una estrategia coherente en relación al diálogo; y mientras tanto el venezolano padece la agonía de no conseguir alimentos, ni medicinas, y que el dinero se le diluya como sal en agua. Sin duda, para que se dé el diálogo es pertinente unas condiciones de igualdad entre las partes, siendo el mediador una persona o institución imparcial, que permita a los adversarios debatir sobre el conflicto pero también comprender los errores, abriendo así el espacio para ceder y estableciendo las acciones de cada uno, donde se respeten las decisiones y se asuman.
Al analizar los discursos de los representantes de los poderes públicos del país, y de altos funcionarios de la Fuerza Armada Nacional, se interpreta que no se quiere diálogo al expresar que Venezuela es una país donde impera la Fuerza de la Revolución, sustentada en el socialismo, chavismo y antiimperialismo, excluyendo a quienes piensen distinto, y quieran un destino diferente para el país.
Asimismo, la dicotomía en los discursos y acciones del gobierno, por una parte el desconocimiento a la Asamblea Nacional, expresando su ilegitimidad, por cuanto, a su juicio, no acata las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia; pero luego el Ejecutivo convoca un Consejo de Defensa con sustento en el Artículo 323 de la CRBV, y llama al Presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos a participar como máximo representante del poder legislativo. ¿Entonces?, es legal o no la Asamblea Nacional; recordando, que al convocar un organismo a otro lo está reconociendo de manera tácita, incluso le otorga la investidura que antes le quitó. O es que el Ejecutivo pretende hacer consejos para ganar legalidad, y tener él reconocimiento tácito ante la presencia de los adversos, como una estrategia para ganar su investidura.
Todo ello, se dio posterior a un enfrentamiento que se generó en una sesión de la Asamblea Nacional por grupos oficialistas. En este particular, es necesario desmontar las estrategias de inteligencia política empleadas. Por una parte, los diputados de la MUD (mayoría en la Asamblea) expresaron públicamente una sesión para declarar la Rupturadel Orden Constitucional, y se fueron al hemiciclo desprotegidos y solos, sin pueblo, sin convocatoria, más allá de ellos mismos; y en este sentido se debe preguntar ¿fueron ingenuos, desconocen cómo actúa su adversario, o necesitan ser víctimas?; mientras que, el oficialismo (siendo minoría de diputados), asistió y convocó a sus adeptos (entre 25 y 50 individuos) para hacerse sentir en el recinto. Grupo de personas que logró que se suspendiera la sesión momentáneamente y se produjeran agresiones. Al analizar este escenario es evidente una estrategia de fuerza y represión del gobierno que siempre ha estado organizado, y que intenta demostrar respaldo popular, aunque hoy día según encuestas se ubica en el 21%. Y la oposición, solo mostró estar desguarnecida, y no es creíble que ante tal hazaña se fueran a presentar así. Las viejas formas de hacer política, el respeto del adversario, quedo de lado. El sabotaje, las infiltraciones, son tácticas de la inteligencia política, que han sido usada no solo por los oficialistas de hoy, sino por los militantes de Acción Democrática, Copei, URD, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Voluntad Popular, entre otros. Así que, deben actuar y establecer estrategias que le permitan ganar fuerza y expandir su campo de acción. Si se analizan todos los escenarios de esta manera, es evidente que solo hay una falla de estrategias y que por hacerse víctimas se cede el terreno.
La oposición debe dejar de usar la estrategia, que me he atrevido a denominar “Síndrome de la Mujer golpeada”, porque ya no funciona, y su tiempo pasó. En el entendido de que una mujer golpeada por su pareja es víctima la primera vez, pero la segunda es masoquista y cómplice de lo que vive.Ya anunció la MUD las acciones del 3 de Noviembre y el oficialismo no se quedó silente y convocó al “pueblo” a llenar Caracas para evitar que la oposición llegue a Miraflores. ¿Qué harán ahora?.
DC / Lcda. Ana María Osorio / Periodista / Análisis del discurso / Marketing político / Locutora / osoriooanamaria@gmail.com / @marketingpolitico.amo / @osorioanamaria