Faltan solo días para que llegue la navidad, una época de alegría, compartir, y unión familiar. Sin embargo, en Venezuela toda fecha de festejo es ocasión para entristecerse, dado a la ausencia de recursos y el empobrecimiento al que hemos sido sometidos los venezolanos con las políticas económicas nefastas y el despilfarro del capital del Estado. La culpa no es solo del gobierno, también de quienes erráticamente se lo oponen y de los ciudadanos silentes que giran su mirada a intereses individuales sin protesta de desacuerdo ni reproche; y que solo apoyan a quienes muestran no ser del gobierno; sin importar su pasado, su trayectoria o su oferta.
Es lamentable que la llegada de la navidad no este iluminada sino en tinieblas, y aún más lamentable es que se no se avizore la luz al final del túnel. ¿Cómo es que los políticos no ven la situación del país?, son miopes, o usas gríngolas. Pues más que eso, es que la situación generalizada de los ciudadanos no es la propia; que fácil es hablar del hambre sin sentirla o de que el dinero no alcanza y tener cubierta todas las necesidades. La desconexión entre los actores políticos y el ciudadano es tal que en Venezuela no hay un líder visible capaz de transformar el país, ni que logre capitalizar el descontento.
Y en este sentido, es necesario considerar la importancia de la Imagen del Candidato (en este caso sería del líder que quiera sobresalir), la cual tendrá que delinear las cualidades y rasgos que el sujeto debe proyectar acordes con las expectativas y necesidades del electorado a fin de alcanzar el respaldo popular y por tanto la intención de voto. ¿Por qué emplearlo?, la respuesta es muy sencilla, nadie compra un producto con el cual no se identifica. En el entendido de que un candidato es una Marca no un Producto (no viene en empaques ni ofrece degustaciones).
La imagen del candidato se crea con dos elementos importantes; uno es el partido que lo respalda o auspicia (en este caso, dado por la polarización sería si está identificado con un sector u otro); el cual responde al plano concreto, es decir, los elementos tangibles o físicos que los ciudadanos esperan como las obras que han realizados, los servicios públicos, entre otros; y el plano simbólico que se refiere a las materias primas psicológicas, dadas por la oferta electoral o promesa con la cual el candidato se conecta con el ciudadano (elector), referidos a la certidumbre, la esperanza de un futuro mejor, la solidaridad, entre otros.
Se debe diseñar la estrategia en función de construir la idea que representa para conectarse con el ciudadano a través de un concepto claro. Bajo esta premisa, nos debemos preguntar ¿Por qué se postula como candidato?, ¿Qué razones lo motivan para hacer campaña?, ¿Por qué razón los electores deben votar por él?, ¿Qué beneficios representa para el ciudadano votar por él y no por su adversario?, ¿Qué cualidades tiene el candidato frente a su oponente?.Tomando en cuenta que sólo cuando el candidato logra responder en forma clara y contundente estas interrogantes, es porque tiene la esencia clara de su imagen en el elector; si no, ésta queda flotante y a merced de las circunstancias.
Pero basado en ello, ¿existe en Venezuela este candidato?, ojalá y sean precisamente estas circunstancias agobiantes la que hagan surgir un líder creíble y con el potencial para garantizar la salida a la crisis por la que atraviesa este espectacular país, que hoy quieren hundir para seguir en el poder u ostentar a él. Como lo dijo Alberto Moravina «El hombre desea esperar siempre. También cuando se convence de ser privado de la esperanza». Deseándoles a todos que tengan una llegada del niño Dios llena de esperanzas, unión familiar y prosperidad.
DC / S.H. Jesús Castillo Molleda / Politólogo, Profesor, emprendedor, Locutor / artículosjesuscastillo@gmail.com / @castillomolleda