Residentes del sector La Cuesta, ubicado en el kilómetro 11 de la carretera Petare-Guarenas, llamaron al comando de la Guardia Nacional Bolivariana (Destacamento 43 en La Dolorita) para denunciar una fiesta pública que se estaba realizando en la cancha deportiva, y que no los dejaba dormir a las 3:30 de la madrugada de ayer.
Los funcionarios que estaban de guardia activaron una comisión de ocho uniformados y acudieron al lugar para clausurar la fiesta.
Como la zona es un callejón sin salida, donde se debe atravesar un río a través de una pasarela para poder llegar a la cancha donde estaba la multitud reunida, los militares fueron emboscados y atacados a tiros por varios sujetos.
Producto de ese ataque, dos funcionarios cayeron muertos allí con disparos en la cabeza: uno al final de la pasarela y el otro a escasos metros de la puerta de la cancha deportiva.
Fueron identificados como: Randy Oriel Rivera Sarmiento, de 21 años, y Gerardo Guerra, también de 21.
Ambos tenían el rango de sargento segundo y estaban recién egresados de la última promoción, que se realizó hace cuatro meses y 14 días.
Los funcionarios que sobrevivieron a la balacera contaron que cuando llegaron al lugar había mucha gente en la fiesta.
Ellos caminaron por la pasarela para llegar a la cancha y obligar el cese de la celebración, pero fueron recibidos a tiros desde dos flancos.
«Nos dispararon desde la cancha y también desde el inicio de la pasarela, quedamos atrapados y nuestros compañeros cayeron», dijeron.
En medio de la balacera, los militares se replegaron para resguardarse. «Nosotros usamos armas de guerra y no podemos repeler el ataque disparando, tenemos que ser muy precavidos», dijeron los militares mientras lamentaban la pérdida de sus compañeros.
Además de los funcionarios muertos, un hombre que estaba en la reunión resultó herido y fue llevado por sus familiares a un centro de salud.
En el lugar se practicaron varias detenciones y se incautaron 15 motos que estaban estacionadas en la vía.
Los hampones y todos los que disfrutaban de la fiesta corrieron en distintos sentidos y se perdieron por la montaña, por el río y por otra pasarela cercana.
«Eso fue horrible, no pudimos dormir por el tiroteo y el desespero. Los guardias se metieron en todas las casas buscando a esos malandros. Primera vez que hacen una fiesta en esa cancha y mire en lo que terminó», dijo una vecina.
Habían cajas de cerveza escondidas en la montaña, y en la cancha y sus alrededores recogieron más de cien conchas de bala de distinto calibre.
DC|EU