Donald Trump ha asegurado este lunes que frenará los planes nucleares de Corea del Norte. A través de Twitter, la red social que el presidente electo usa habitualmente para comunicar todo tipo de filias, fobias o giros estratégicos en la política de Estados Unidos, Trump respondió a la última provocación del régimen de Kim Jong-un y se quejó de falta de cooperación por parte de China ante Pyongyang. «Corea del Norte acaba de declarar que está en la última fase de desarrollo de un arma nuclear capaz de llegar a zonas de Estados Unidos. ¡No pasará!», dijo.
La frase, tan ambigua como rotunda -marca de la casa-, permite múltiples interpretaciones, pero constituye al menos una declaración de intenciones de parar los pies a Kim. Unos minutos después, en otro mensaje, apuntó con el dedo al gigante asiático: «China ha estado llevándose cantidades enormes de dinero y riqueza de EE UU en un comercio totalmente volcado en un lado, pero no ayudará con Corea del Norte. ¡Qué bonito!», espetó.
Las declaraciones del próximo presidente estadounidense tienen lugar después de que el líder coreano anunciara en Año Nuevo que el país está ultimando los preparativos para realizar una prueba con un misil balístico de alcance intercontinental. Pese a la condena del Consejo de Seguridad de la ONU, Kim ha dado claras muestras de que va a continuar su expansión nuclear. El objetivo final es lograr misiles de larga distancia que permitan alcanzar territorio estadounidense.
El propio Trump causó inquietud poco antes de Nochebuena, cuando en otro mensaje en Twitter, de forma de nuevo algo ambigua, dijo que Estados Unidos debía “reforzar y expandir enormemente su capacidad nuclear hasta que el mundo entre en razón respecto a las armas nucleares”. La declaración insinuaba un cambio de tercio en la senda de no proliferación por parte de la primera potencial mundial.
China ha sidi una fijación del Trump político. El empresario neoyorquino señaló a la potencia asiática, junto con México, como parte de los causantes de los males de los trabajadores estadounidenses: la competencia de los países con mano de obra barata había destruido muchos empleos del sector industrial, en general mejor pagado que los servicios, por culpa de unos tratados injustos para los intereses de la primera potencia. Y en el periodo de transición las críticas han persistido.
No solo irritó a Pekín por hablar por teléfono con la presidenta de Taiwán, la isla a la que no le reconoce soberanía, sino que le atacó cuestionando, con ironía, si China pide permiso a EE UU para devaluar su moneda, subir aranceles o expandirse militarmente en su área de influencia. «¡No lo creo!», dijo.
El líder norcoreano, por su parte, aprovechó su discurso de Año Nuevo para atacar también las maniobras militares conjuntas que cada año llevan a cabo los Ejércitos de Estados Unidos y Corea del Sur. A partir del 20 de enero, a quien tendrá enfrente, en el caso de estadounidense, será a Donald Trump.
DC|El País