La vida de los felinos del Parque del Este – un jaguar y dos pumas hembras – así como la de muchas de sus aves está corriendo peligro debido a que las autoridades de Inparques no se están ocupando de la debida alimentación de estos animales, denunció este martes Marlene Sifontes, ecologista y secretaria de organización de Sunepinparques.
“El Parque del Este vuelve a sentirse y esta vez por los problemas que hay problemas con los felinos y las aves”, dijo Sifontes en el programa matutino La Fuerza es la Unión, que conduce el secretario ejecutivo de la Unidad Democrática, Jesús Chuo Torrealba.
“El lunes de la semana anterior los felinos recibieron su última ración de carne y fue de 7 a 8 kilos para los tres, cuando esa es la ración que debe recibir un solo animal. Desde ese día no han vuelto a comer carne. El sábado les dieron un poco de pollo, pero ello necesitan es carne y vísceras. Estas no las comen desde hace mucho tiempo”, dijo Sifontes.
Aseguró que el jaguar ya está sumamente comprometido, ya se le notan los huesos de la cadera, y no lo han sacado porque ya no puede caminar. “La puma hembra grande está en mejores condiciones que la pequeña, que está muy decaída, pero a ambas ya se les empieza a notar el estado de desnutrición”, agregó.
Algo parecido está pasando con las aves. Por un lado está la situación de las aves de rapiña – zamuros, gavilanes, lechuzas – que no han comido, al punto de que no les han podido limpiar las jaulas donde se encuentran porque están muy agresivas por el hambre.
Otro caso es el de las garzas y flamingos, que están migrando en busca de comida. “La última ración de alpiste se les suministró el pasado viernes, y eso porque alguien la donó”, aseguró la activista, agregando que en este momento les están dando frutas, pero no las adecuadas. “Se compraron como 800 kilos de lechosa verde de las cuales ya se pudieron más de 140”, se lamentó.
“El personal está preocupado y sumamente conmovido por la desidia que hay en este momento con los felinos del Parque del Este. Por eso hacen un llamado al ministro y a las autoridades de Inparques”, agregó Sifontes.
La frontera, un gran negocio
La periodista Sebastiana Barráez contó con detalles lo ocurrido ayer en la población de Orope, municipio García de Hevia del estado Táchira, cuando la población salió a las calles, cerró las vías de acceso y secuestró a un oficial del Ejército luego de un operativo contra el contrabando de gasolina realizado por efectivos militares.
Refirió que los militares quemaron una vivienda cuando se disponían a prenderle fuego a unas pimpinas de gasolina que estaban en su interior, pero “la situación se les fue de las manos”.
“En respuesta, la gente secuestró un vehículo y lo atravesó en medio de la carretera Panamericana, al norte del estado Táchira, y se desarrollaron eventos que causaron el secuestro de un joven oficial y el reclamo de las FAN de un fusil que quedó en el interior de la vivienda incendiada, hasta el extremo de que se tuvo que presentar el jefe de la 25 Brigada para lograr llegar a un acuerdo con la comunidad y liberar al joven oficial”, contó.
“Esto no es un hecho aislado sino que es parte de lo que sucede en los pueblos ubicados en el margen fronterizo, aquejados, entre otras cosas, por grupos irregulares viven del contrabando de comida, de gasolina y de drogas”, precisó, pero al mismo tiempo advirtió que también demuestra que “no se está haciendo un manejo apropiado de situaciones como esta, que afectan a la comunidad, y cuya responsabilidad es de la FAN, que tiene por mandato constitucional la defensa del territorio y la soberanía”.
“Esta frontera siempre ha sido una zona caliente, con mucha afluencia de venezolanos y colombianos, con un intercambio comercial fuerte, pero nunca como ahora había sido tan afectada de manera tan dramática y perversa por las políticas tomadas por el Estado venezolano”, aseguró.
“El cierre de la frontera se volvió contra sus habitantes. Políticas como esa de las casas de cambio han generado una especie de división entre gente de primera y gente de segunda, porque gran parte de esa población que vive del contrabando, lo que hace es que sirve a grandes industrias de delincuentes, por una parte delincuentes de la extorsión, como el caso de la guerrilla y los paramilitares; y por otro la industria del contrabando”, agregó.
Indicó que la FAN, que es la que tiene el control de las armas en Venezuela, es la que puede tomar acciones contra esos grupos irregulares que fluctúan en la frontera. “Pero muchos lo que hacen es prestarse a este negocio porque es muy rentable, porque el contrabando de gasolina es mucho más rentable que el de drogas. Si bien es cierto que el narcotráfico es también un factor adicional que afecta a la frontera, el común de la gente vive es del contrabando de gasolina. Lamentablemente, la frontera se ha convertido en un gran negocio”, aseguró.
“Las vías principales están cerradas, pero hay cientos de trochas a lo largo y ancho de toda la frontera que permite el paso de alimentos, combustible y medicamentos. Los pueblos fronterizos del lado colombiano están inundados de medicamentos, alimentos y combustible venezolanos que no se consiguen del lado nuestro”, señaló.
Nada que lamentar
Torrealba también hizo contacto con el padre Ovidio Duarte, párroco de la iglesia Claret, de Maracaibo, quien explicó el incidente que se presentó el pasado domingo cuando se celebraba la misa de las 11 de la mañana.
Duarte refirió que en varias ocasiones la policía municipal se ha presentado al lugar para multar a los vehículos de las personas que van a misa en esa iglesia, y que se estacionan en lugares inadecuados porque no hay estacionamiento.
“El domingo presumí que les estaban poniendo multas y detuve la misa en el momento en que hablaba de la doctrina social de la Iglesia. La gente salió y con esta hipersensibilidad en la que estamos viviendo, la tomó contra los dos oficiales de la policía municipal”, contó el padre.
“Pero ayer vino el general Rubén Ramírez Cáceres para explicarme el motivo por el cual estaban las cámaras fotográficas, que en realidad eran los celulares de los policías, y es porque él les exige que le tomen fotos a las zonas donde están ubicados, donde están prestando servicio. Eso fue lo que sucedió, pero por esta hipersensibilidad en la que estamos, la gente se agitó. Pero no pasó a mayores”, aclaró.
DC|UV