El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha nombrado este jueves como subdirectora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a Gina Haspel, una agente involucrada en torturas a detenidos cuando dirigía una cárcel clandestina en Tailandia, informaron medios locales.
Haspel, que tiene 60 años, ha trabajado como agente encubierto la mayor parte de su carrera y jugó un rol central en la puesta en marcha en EEUU del programa extrajudicial tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 para encarcelar e interrogar a sospechosos de terrorismo, informó Efe.
De hecho, la subdirectora de la CIA dirigió en Tailandia el primero de los centros clandestinos de detención conocidos como «black sites» que EEUU abrió en esa época.
Haspel estuvo presente en al menos dos interrogatorios en los que se utilizaron torturas, el de los presuntos miembros de Al Qaida Abu Zubaydah y Abd al Rahim al Nashiri, según se recogió en una investigación del Senado.
A Zubaydah se le sometió 83 veces a la técnica de tortura del «submarino» («waterboard»), de acuerdo con documentos revelados a posteriori.
A Haspel también se la responsabiliza de haber ordenado en 2005 la destrucción de las cintas en las que estaban registradas todas las torturas a las que fueron sometidos los detenidos y que se guardaban en el centro de Tailandia.
Fue precisamente ese episodio el que le costó en 2013 la promoción a directora de operaciones clandestinas de la CIA, un cargo que tenía que confirmar el Senado.
Aunque el Gobierno de Barack Obama quiso poner fin a los interrogatorios con torturas que proliferaron tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Trump ha declarado que la tortura «funciona» y no ve con malos ojos utilizarla de nuevo.
El perfil de Haspel encaja en la nueva era de la CIA de Trump, que dirige Mike Pompeo.
VETERANOS ALERTAN DEL VETO DE TRUMP
Un grupo de veteranos de guerra advirtió hoy de los riesgos que pueden correr los soldados de EEUU en el mundo debido al decreto del presidente Donald Trump que prohíbe temporalmente la entrada al país de refugiados y ciudadanos de siete países musulmanes.
«Es antiestadounidense, es malo para nuestra seguridad nacional, es malo para el mundo», dijo a Efe Paul Rieckhoff, fundador y director de la organización sin ánimo de lucro Veteranos de Irak y Afganistán (IAVA), que reúne a 400.000 excombatientes de las guerras posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001, dijo Efe.
El grupo organizó hoy una rueda de prensa frente al Congreso para mostrar su rechazo al decreto de Trump que suspende durante 120 días el programa de acogida de refugiados y detiene durante 90 días la emisión de visados para ciudadanos de siete países de mayoría musulmana: Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Irán y Yemen.
«Tenemos hermanos y hermanas iraquíes que pelearon con nosotros, lucharon a nuestro lado. Y ahora se les ha cerrado la puerta de Estados Unidos en las narices, es terrible, es inmoral y es malo para nuestras tropas», consideró Rieckhoff, que estuvo en el Ejército entre 1998 y 2007.
Enviado a Irak entre 2002 y 2004, Rieckhoff sobrevivió gracias a la ayuda de tres interpretes iraquíes, que bajo las normas actuales no podrían entrar a Estados Unidos, aunque sus vidas estuvieran en peligro.
«Es terrible, es inmoral, pero también es malo para nuestras tropas», insistió Rieckhoff, quien consideró que los soldados de Estados Unidos en países como Irak recibirán menos ayuda de los habitantes locales porque, ahora, para un iraquí, ayudar a un estadounidense puede suponer una sentencia de muerte.
Aunque Trump evitó ir a la Guerra de Vietnam por un diagnóstico de juanetes, durante la campaña electoral realizó diferentes actos en solidaridad con veteranos de guerra y recaudó dinero para financiar iniciativas de ayuda al empleo o de salud, las principales necesidades de los excombatientes.
El millonario ganó un gran apoyo entre este colectivo, aunque algunos grupos se han mostrado reticentes al decreto sobre musulmanes y refugiados.
DC|EU