Sin duda, el amor de madre es el más grande y desinteresado, aquel que no conoce límites y se entrega sin reserva, muchos ejemplos hay de esas admirables madres, pero casi ninguno como el de Melilah.
Una mujer de 101 años que pasó 63 de ellos cuidando fervientemente a su hijo con discapacidad, a pesar de que todo el mundo le aconsejó que lo dejara a su suerte, que no podía vivir atada toda la vida a él.
Demostrando que sí se podía, pues hasta su último aliento estuvo junto a su amado hijo, pues lamentablemente falleció en diciembre del año pasado.
DC|TVN