Para los católicos, ha iniciado la cuaresma, tiempo de reflexión y preparación para la pascua, son 40 días para analizar los resultados obtenidos del peregrinaje individual por la vida, un momento de intensa reflexión sobre lo que alguna vez nos habló San Agustín, la ciudad de Dios y la ciudad de los hombres terrenales, según el santo, el hombre es ciudadano de dos ciudades, la ciudad de su nacimiento y la ciudad de Dios.
Es aquí, a mi modo de ver en donde se centra el debate y la reflexión interna del católico, y es a su vez también lo que nos permite llegar en mejores o peores condiciones al punto de bifurcación entre la ciudad de Dios y la ciudad de los hombres, el juicio final.
Nos dice San Agustín que toda la vida humana está basada en el teatro sobre la lucha cósmica de la bondad de Dios versus la maldad de los espíritus rebeldes, lo que es a mi modo de ver la lucha interna de cada individuo entre las dos ciudadanías que poseemos.
Por un lado, somos integrantes de una sociedad terrenal que impulsa nuestros intereses apetitivos y posesivos de la naturaleza humana inferior centrados en el cuerpo (miserias humanas) y por otro lado está la ciudad celestial, sociedad fundada en la esperanza de la paz celestial y la salvación espiritual.
Entonces vemos como la lucha diaria de nuestra vida se reduce a hacer el bien o el mal, está en nuestro libre albedrio otorgado por Dios, la decisión final entre una acción positiva o negativa, pero entendiendo que toda acción tiene un resultado, “Haz lo que quieras, pero atente a las consecuencias”
Entender que somos cuerpo y alma es importante para el católico, pero entender que el cuerpo es temporal y el alma eterna, es vital para la salvación, apegarnos a lo intrascendente es sembrar cadáveres, tormentos y sufrimientos contrarios a la paz que nos brinda estar cerca de Dios.
En el mundo actual, amenazado por gobiernos extremistas y líderes ególatras, que creen ser dioses, es importante que los católicos hagamos una resistencia común apegados en nuestra fe y creencias, dejarnos guiar por Dios a través de los mensajes de nuestro papa Francisco, es la mejor opción que tenemos para ganar la batalla entre lo intrascendente y lo eterno.
DC / José Lombardi / @lombardijose