Todos nos impusimos de la treta: entrampados, creyéndolas magistrales piezas jurídicas, los asesores de Maduro concibieron un impasse dizque para permitir la enmienda judicial. Alzando la voz, la ciudadana Fiscal General denunció la ruptura del orden constitucional, sin abrir las correspondientes averiguaciones, reconciliándose a las horas con el comprensivo y paciente miraflorino.
Nunca antes se había visto una comedia tan burda que quizá puede prosperar muy bien en la Cuba sojuzgada para las purgas ocasionales, pero no en países que, como el nuestro, todavía cuentan con una básica cultura democrática. Ni los periodistas del oficialismo, pues, escuchamos el comentario de uno que empuñaba las siglas del canal ocho, se tragaron el cuento: “una piratería de marca mayor”, le dijo al compañero también hastiado de cubrir la marcha de los diputados opositores, en esa tarea ingrata y nada profesional de provocarlos.
En última instancia, la comedia revela una particularísima concepción que los actuales gobernantes tienen de la política: no hay reglas, todo vale mientras se tenga y se haga uso del poder brutal. Principio general, los autoriza a realizar la política como un entero asunto de intrigas, triquiñuelas o engañifas; poco importa la representación institucional que se ostente, porque sólo valen las relaciones personales y, peor, las relaciones primarias de simpatía o antipatía, para hacer y para deber favores; lo supremamente importante es la puesta en escena, la interpretación en código de telenovela, con los villanos y los buenos de la partida; y, traicionando el sentido que le dio Bachelard a una frase afortunada, las instituciones son útiles, porque sirven para ser destruidas.
Maniobras y maniobritas de bajo cabotaje, no logran solventar la crisis nacional. El pésimo histrionismo de oportunidad, comprueba una vez más de qué madera están hechos.
El problema concierne a todo un país y a todo un continente, aunque insistan en asumirlos como si de un club de bolas criollas se tratase o de una rencilla entre vecinos. Todo el mundo se enteró, porque – rematando la cosa – hasta malos comediantes son.
DC / Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganJ