La sala de parto del hospital La Ovallera consta de un área rectangular y angosta —de casi ocho metros cuadrados— con camas a ambos lados de las paredes y un baño pequeño para las pacientes, que está situado en el lado derecho del salón.
Hasta 32 parturientas deben acomodarse en apenas 10 camas de este servicio, en el que las pacientes están expuestas al intercambio de líquido amniótico, sangre y otros fluidos, según relató Daniel Coronel, médico adjunto del servicio de ginecobstetricia.
“Era la manera más fácil de contaminarse, porque además no había antisépticos para hacer los barridos, tampoco había medicamentos, en especial los antibióticos. Esto creó un caldo de cultivo que, con el desbordamiento de las aguas negras, se agravó y contaminó toda el área. Lo único que había para limpiar era agua y un coleto. A las autoridades no les importó la vida de las pacientes”, agregó.
Las mujeres en estado de gravidez podían ver cómo el agua negra fluía por varios puntos de la sala. Mientras el hedor enrarecía el ambiente, ellas luchaban por un espacio en una cama para varias, indicó Coronel.
Luego del cierre de sala de parto no se realizaron los cultivos requeridos, explicó Coronel.
“Se hicieron algunos cultivos, pero no salieron a la luz pública; se desconoce su resultado. Lo cierto es que en los tubos endotraquiales de las pacientes que fueron llevadas a cuidados intensivos había bacterias y no se hicieron cultivos. Todas las autopsias dicen que murieron por retención de restos, es imposible que todas presentaran el mismo cuadro y fallecieran en tan pocas horas de manera tan abrupta”.
Además, aseguró que la contaminación de las pacientes ocurrió después de haber dado a luz a sus bebés, aunque ninguno de los neonatos se contaminó. “No sabemos a qué bacteria nos estamos enfrentando”, dijo angustiada la enfermera del área quirúrgica, Yosselín Palacios.
Relató que los insumos comenzaron a aparecer justo cuando empezaron a morir las pacientes. “No había líquidos antisépticos, sólo se limpiaba con agua mezclada con cloro, cosa que va contra las reglas epidemiológicas. Eso fue lo que favoreció este cultivo de la bacteria que causó tantas muertes súbitas”, acotó.
Otro testimonio es el del Gregory Utrera, asistente administrativo 5 del hospital La Ovallera. “Desde finales de octubre del año pasado comencé a sentirme mal, con una simple gripe. Cuando me vio la médico de personal del hospital me diagnosticó una bronquitis aguda”.
Utrera no mejoraba y a finales de enero le practicaron otros exámenes. A principios de marzo su médico tratante decidió hacerle una broncofibroscopia, cuyas muestras fueron enviadas al laboratorio. El resultado fue una bacteria denominada pseudomona aeroginosa, cepa productora de cefalosporinasas. Dicha bacteria es exclusiva de los hospitales.
En el caso de Utrera, la bacteria lo infectó las vías aéreas porque viaja por los ductos del aire acondicionado, por lo que no se descarta que haya otras personas contaminadas. Por tal razón, no es tan violenta como si ingresara directo en sangre a través de una herida.
Margarita Belisario, cirujano de vías digestivas, explicó el peligro que significa la pseudomona aeroginosa: “Es una bacteria intrahospitalaria que cuando se encuentra en al área quirúrgica, llámese sala de parto, quirófano, sala de trabajo o retenes de neonatos, entra al organismo del paciente por la herida. Tiene un período de evolución de 48 horas con fiebre alta, signos de infección en el área operada, flogosis (inflamación y enrojecimiento de la herida), comienza a supurar y el pus es fétido. Ataca cualquier órgano, hígado, páncreas, riñones, etcétera. Los tejidos se necrosan. Y hay que atacar con varios antibióticos en simultáneo porque su mortalidad es muy alta”.
Pese a las amenazas de despidos, e incluso hasta de meterlos presos por denunciar las irregularidades, la falta de insumos, la contaminación y el acoso laboral, los médicos, enfermeras y personal administrativo y obrero tomaron la entrada del hospital para protestar y solicitarle al presidente del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss), Carlos Rotondaro, que interviniera La Ovallera. Estas primeras protestas fueron el 24 y 25 de noviembre de 2016.
DC | El Pitazo