Hace ya más de un mes, luego de las primeras cuatro semanas del pueblo en la calle pidiendo democracia y exigiendo la salida de Maduro, La Habana ordenó convocar una Constituyente Comunal para cambiar el foco político, abrir una esperanza y expectativa, e intentar enganchar a la oposición y al pueblo en el tema del cambio por la vía de la Asamblea Nacional Constituyente Comunal. Maduro apagó fuego con gasolina. El pueblo sabe que la Constituyente no llena ollas ni sana enfermedades, y que lo que persigue el régimen es cambiar para no cambiar, cambiar para que todo siga igual; es la vía de asegurarle a Maduro una permanencia en Miraflores, donde nunca debió estar y de donde debe salir ya.
El truco de la Constituyente no engañó a ningún opositor. Usted que me está leyendo-puedo apostarlo- no conoce a nadie que haya cambiado su opinión sobre Maduro y su pronta salida, porque ahora piense que la Constituyente Comunal sea la solución. Pero lo más grave no es eso, sino que lejos de unir a los sectores chavistas y oficialistas en torno a Maduro, la convocatoria a la Constituyente Comunal ha generado un malestar enorme en el sector oficialista -escúchese bien- que en su mayoría no quiere a Maduro por mentiroso, incompetente y corrupto. El llamado a la Constituyente Comunal ha tenido el efecto dela explosión de una bomba dentro del sector oficialista, hoy fracturado en mil pedazos.
Son ya numerosas las voces chavistas que se han alzado contra la Constituyente, pero son muchísimas más las que susurran descontento, las que más temprano que tarde se escucharán públicamente. La otrora piedra angular del régimen, la Fiscal General, titular del Ministerio Público, alzó la voz por la inconstitucionalidad de la mamarrachada que significa la Constituyente Comunal, convocada por Maduro usurpando la potestad del pueblo que es el único que puede convocar la Constituyente, porque esta ejercería el poder primario.
Es bueno que se sepa que son 11 los magistrados del TSJ que han expresado su rechazo a la payasada Constituyente de Maduro, si bien recuerdo que solo dos han estimado oportuno expresarlo ya públicamente, Danilo Mojica y Marisela Godoy. Son nueve los diputados de la bancada oficialista que manifiestan su rechazo a la bufa constituyente de Nicolás, no obstante, para el momento en que escribo, también son solo dos los que han levantado la voz, Eustoquio Contreras y Germán Ferrer. Otra voz importante que ha llamado la atención es la de Gabriela Ramírez, ex-Defensora del Pueblo, predecesora de Tareck William Saab, quien ha renunciado a sus funciones en el TSJ en señal de rechazo a Maduro y a su peregrina idea de la Constituyente.
De lo que se ha sabido de La Habana, es que se estudia ordenarle a Maduro frenar la Constituyente, anunciar diferimiento con alguna “buena excusa”, para lo cual el farsante y mentiroso Nicolás es un experto, nada le cuesta argumentar en contra de lo que acaba de decir. Ya no es sorpresa su zigzagueo permanente, su estira y encoge del cual estamos hartos. Los cubanos opinan que tanto o más importante que calmar la calle, que silenciar a la alternativa democrática que lucha por la democracia, es no permitir el desmembramiento del sector oficialista, el desplome de esa unidad monolítica que ya no existe, en anuncio claro de que estamos en los últimos días. La calle no calla porque su protesta no es escuchada por el régimen; no calla porque está en actitud de resistencia cívica, que no desmaya ante el atropello; no calla porque vivimos días de rebelión contra el usurpador y dictador; no calla porque el pueblo tiene el claro propósito de ir hasta el final. Es ahora, no es mañana.
¿La Constituyente Comunal va? Me inclino a pensar que no, pero ese es el problema de Maduro, y no el problema de los venezolanos, que de manera categórica han decidido no soltar la calle hasta que se produzca el cambio.
DC / Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano