Se ha dicho mil veces que no hay mal que por bien no venga. Luchamos para que no se diera este adefesio inconstitucional de la Asamblea Constituyente Comunal, no obstante, su instalación trae beneficios que hay que valorar en sus justos términos. En primer lugar -y crease importante- se decretó formalmente la dictadura, ya no hay disfraz, ya no hay dudas, lo que no solo define mejor los campos internos para el combate, sino que abre espacio para la fijación de posición de la comunidad internacional, de los gobiernos de los países amigos y de los organismos multinacionales, los que ya han comenzado a pronunciarse categóricamente, rechazando la constituyente y la dictadura, y exigiendo el retorno a la democracia.
La Constituyente, además, agudiza las contradicciones internas dentro del oficialismo, lo que en términos genéricos podríamos llamar chavismo, donde se están produciendo importantes deslindes a partir de la convocatoria de la constituyente; la mayoría del chavismo rechaza a Maduro y a su combo, en resguardo de lo que entienden son los legítimos ideales de la llamada revolución bolivariana. Nadie puede dudar de que esas graves contradicciones internas en el chavismo constituyen un punto favorable para el cambio.
Uno de los mandatos claros del pueblo en la consulta plebiscitaria del pasado 16 de julio, fue la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral, con la legitimidad e imparcialidad que se requiere. Las cuatro comadres del CNE se desnudaron a plenitud con el resultado tan brutalmente distinto a lo que todo el mundo palpó. Hubo fraude, manipulación y manejo de cifras como se le antojó, multiplicaron por cuatro el resultado, incrementaron en 400 % las cifras. ¿Quién puede creer que haya aumentado el respaldo a Maduro desde su elección hace ya más de cuatro años? ¿Quién piensa que Maduro tiene más adhesión para su constituyente, que la que tuvo Chávez como presidente, o la que tuvieron todos los diputados chavistas en la última elección, diciembre de 2015?
Por otro lado, el glorioso bravo pueblo que obtuvo un triunfo contundente dos semanas antes, el domingo 16 de julio, demostró su calidad no solamente en las urnas electorales, sino en la defensa de la libertad en la calle. Dieciséis de los nuestros fueron vilmente asesinados el pasado domingo 30 de julio, es sangre que será vengada, y que hoy es acicate para la lucha, y energía para el combate que debemos seguir dando.
El régimen de Maduro está sobregirado en el tiempo, es un régimen agotado que, como hemos dicho otras veces, lo sostiene fundamentalmente la Fuerza Armada y el apoyo internacional del terrorismo y el narcotráfico, que tienen en Venezuela territorio libre para actuar, a lo que se suman los intereses de Cuba, Irán, Irak, China y Rusia, en su empeño por sostener el régimen castro-comunista. Nos encontramos ante la necesidad de respaldo internacional que compense el que hoy detenta Maduro, que no es un respaldo de pueblos del mundo, sino de delincuentes que manejan intereses sin importar el precio del hambre, enfermedad y muerte que paga nuestra gente.
Es hora de la Asamblea Nacional, la que debe actuar con el inmenso respaldo que recibió del pueblo al otorgarle mayoría de dos tercios a la alternativa democrática en diciembre de 2015, y con el respaldo que implica la renovación de confianza y claro mandato del reciente 16 de julio. La Asamblea debe proceder a dar cumplimiento al mandato popular de designar a los representantes de los poderes ilegítimos, y particularmente designar ya, un gobierno de unión nacional para restituir el orden constitucional. Venezuela lo espera. Bienvenida esta Asamblea Constituyente que ayuda a precipitar el cambio.
DC / Paciano Padrón / @padronpaciano