En medio de un baño de sangre, haciendo uso de la más brutal y descomunal arbitrariedad, recurriendo al fraude constitucional y electoral, la dictadura comunista realizó el asalto definitivo al poder, en un afán por perpetuarse en él, más allá de toda regla de convivencia civilizada. Los ciudadanos dejamos solos los centros de votación. La muerte y la abstención fueron las notas dominantes en la jornada del pasado domingo. Una vez más quedaron en evidencia.
El mundo conoce la firme determinación de la inmensa mayoría de ciudadanos, expresada en miles de manifestaciones a lo largo del país, reiterada en la majestuosa consulta democrática del pasado 16 de julio, de buscar una solución pacífica, democrática y electoral a la tragedia que el “socialismo bolivariano” nos ha traído.
La cúpula roja ha desoído todo ese clamor, como ha desechado los múltiples llamados a someterse a los cánones democráticos, enviados por los países del mundo civilizado, y por múltiples organismos internacionales como la OEA, Mercosur, la Unión Europea, Naciones Unidas, entre otros.
Al hacerlo ha entrado en el oscuro túnel de la dictadura abierta. Ha caído en su propia trampa. Salir del túnel de la arbitrariedad y de la violencia tendrá para la cúpula gobernante, en particular, y para el país, en general, un costo muy alto.
La irracional ambición de poder y de dinero de una camarilla amoral nos ha producido la más espantosa crisis humanitaria, económica, social y política en un siglo de vida republicana. Acorralados por el repudio de las grandes mayorías nacionales huyeron hacia adelante, creyendo que con montar una asamblea títere podrán detener la avalancha de indignación de una nación que tiene tomada la decisión de sacarlos del poder. Recurriendo a maniobras burdas confiscaron el referéndum revocatorio, que les hubiese ofrecido una salida honorable a su agotada gestión.
La soberbia, la intolerancia y la ambición los trajo hasta usurpar la soberanía popular, y echar al cesto de la basura todo el torrente de discursos y escritos sobre una “democracia participativa y protagónica”, que ha terminado en una vulgar dictadura comunista.
Con la asamblea títere y fraudulenta que han montado sobre la muerte y la humillación de un pueblo, no podrán producir ni alimentos, ni bienes o servicios de ningún tipo. En primer lugar, porque son una legión de ineptos para trabajar en la producción, y segundo, porque sobre un sistema primitivo e ilegal no es posible desarrollar una economía productiva.
Ahora los venezolanos todos vamos a sufrir las consecuencias del aislamiento internacional y de las diversas sanciones que se vendrán sobre nuestro país. Más allá de las sanciones individuales que se han anunciado para determinados personajes de la camarilla, habrá otras, que ni deseamos ni nos agradan, pero que tendrán su impacto sobre todos y cada uno de los seres humanos asentados en esta sufrida tierra venezolana. Es una responsabilidad de la cúpula del régimen bolivariano y muy especialmente de Nicolás Maduro.
Es nuestra tarea perseverar en la lucha política, para mantener alto el espíritu frente a la ignominia y para continuar la tarea que nos permita derrotar de manera definitiva esta pequeña legión de perversos personajes que, prevalidos de las armas de la República, han producido tamaño daño a nuestra amada Venezuela.
Han cerrado todas las puertas a una solución política, en la que el pueblo sea el protagonista. Han impedido que los ciudadanos le den solución a la crisis. Prefieren salir del poder por la fuerza, que dejar en manos del pueblo el destino de nuestra nación. Ha sido y es la esencia de un grupo político que jamás ha creído en la democracia. Usaron los mecanismos de la democracia para instalarse en el poder. Una vez en él, cerraron todos esos mecanismos y pretenden perpetuarse con el uso abusivo de las armas de la República.
Nuestra propia historia, y la de otras naciones amigas, nos ha enseñado que con esas armas podrán quedarse un tiempo más en esas tareas, pero la misma dinámica del mundo moderno, la inviabilidad del modelo comunista en pleno siglo XXI y la firme determinación que tenemos los venezolanos a no aceptarles sus groseras pretensiones harán que, más temprano que tarde, tengan que irse y rendir cuentas por todos los delitos cometidos.
Ahora que han dado ese salto al vacío, ahora que están desnudos en medio de la plaza, se percatarán de que han cometido el más grave de los errores: burlar, desconocer y retar al pueblo de Venezuela.
No le arriendo la ganancia a la camarilla roja. Tendrán que irse del poder en peores circunstancias. Cavaron su propia tumba con este asalto a la soberanía popular.
DC / Cesar Pérez Vivas / Político – Abogado – Especialista en Derecho Administrativo – Profesor Universitario – Ex Gobernador del Estado Tachira / @CesarPerezVivas