La sede del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf), mejor conocido como la morgue de Bello Monte, esconde múltiples fallas que siguen afectando el funcionamiento del recinto y aumentando el dolor en los familiares de los fallecidos.
Kevin José Márquez Ramos, de 21 años de edad, falleció el domingo 13 de agosto en su vivienda, situada en los Frailes de Catia. Ramos padecía de VIH y comenzó a agravarse su enfermedad hasta causarle la muerte.
El cadáver del joven fue llevado a la morgue de Bello Monte. Sus familiares asistieron al lugar para realizar el papeleo para retirar el cuerpo, pero comenzaron a padecer los embates de las graves fallas que se registran en el recinto forense.
Tardaron seis días para que entregaran el cuerpo de Kevin, debido a que en la morgue la impresora que expide las planillas del registro forense estaba defectuosa y además se fue la luz en el recinto por horas. “Las neveras donde guardan los cuerpos están malas, es lento el proceso y de paso de fue la luz”, manifestó Maikel Ramírez, hermano de Kevin.
Ante esta situación, el cadáver de Ramos comenzó a descomponerse y uno de sus familiares cuando fue a reconocerlo salió en llanto debido al estado en el que se encontraba el cuerpo. “Ahora no podemos velarlo, porque está explotado”, dijo una amiga de Kevin, refriéndose a que el cadáver estaba en avanzado estado de descomposición.
Un caso parecido le pasó a Genesis Ochoa, quien denunció a El Cooperante los problemas que presentó a la hora de retirar el cadáver de su abuelo Francisco Infante, de 82 años, quien falleció de forma natural en su vivienda en Las Lomas de Urdaneta, Bloque 12, Catia.
Ochoa denunció que tardó cinco días para que le entregaran el cuerpo de su familiar. “Se fue la luz, no tienen organización de nada y no es una sola persona que está pasando por esto, ni siquiera velarlo bien pudimos, además confundieron a mi abuelo dos veces, dos personas distintas con el mismo registro, con la misma cédula, con el mismo nombre, eso no es posible”, dijo la familiar de Francisco Infante.
DC | El Cooperante