Dentro del gobierno son tres los grupos en pugna por el control de las divisas y la definición de las medidas económicas que se deben implementar, y hay un cuarto que es meramente operativo.
Las opiniones sobre cómo afrontar la crisis son divergentes, y el desplazamiento de algunas figuras por otras ha creado fisuras que el presidente Nicolás Maduro trata de resolver al asignarle a cada grupo una cuota de poder, aseguran fuentes vinculadas al Ejecutivo.
El grupo de los ideológicos está liderado por el asesor español de Maduro, Alfredo Serrano Mancilla. Una fuente cercana señaló que sus propuestas son escuchadas, pero al final se diluyen debido a los intereses de cada uno de los grupos.
No obstante, algunas sí son tomadas en cuenta como es el caso de cotizar la cesta petrolera venezolana en yuanes chinos, aun cuando su equivalente sigue siendo el dólar estadounidense.
“Este tipo de decisiones se toma porque Maduro sabe que en el fondo son inocuas. En este momento Serrano Mancilla es la amalgama que mantiene a los grupos más retrógrados que pululan tranquilos alrededor del poder. Sobre todo a constituyentes como Julio Escalona y Eduardo Piñate, y al ex ministro Luis Salas”, dijo la fuente.
El vicepresidente de la República, Tareck el Aissami, desplazó a Carmen Meléndez y a Rodolfo Marco Torres, que tenían el control absoluto de las divisas para la importación de alimentos y las del Banco de Venezuela. El funcionario ha ido colocando piezas de su confianza. “Hay que recordar que Meléndez y Marco Torres jugaban juntos y controlaban el tema cambiario, lo que era el viejo Dicom y las asignaciones de los dólares a 10 bolívares a través del Ministerio de Alimentación”, destacó una de las fuentes.
Por órdenes de El Aissami toda la estructura del Dicom la controla ahora Pedro Maldonado, el nuevo director del Banco Central de Venezuela, quien ha desplazando al presidente del ente emisor, Ricardo Sanguino.
El nuevo presidente del Banco de Venezuela, José Javier Morales, también es una ficha de El Aissami, aseguró la fuente. De esta manera, todo lo relacionado con divisas destinadas al sector privado está bajo el control del vicepresidente, quien es visto como la cabeza del grupo de los reformistas y tiene buenas relaciones con algunos sectores empresariales.
“Es muy poco lo que el actual ministro de Finanzas, Ramón Lobo, puede opinar desde su despacho y mucho menos tiene potestad para la toma de decisiones”, indicó la fuente.
Cuando se trata de manejo del poder no es El Aissami quien tiene el monopolio. Por encima de él está el estatus quo integrado por civiles como la pareja presidencial –Nicolás Maduro y Cilia Flores– y los militares representados en Carmen Meléndez, quien ejerce su control desde su despacho, con la absoluta confianza y anuencia de la Presidencia de la República, advirtieron las fuentes.
En este mismo grupo está el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, y entre todos controlan la entrega de divisas a 10 bolívares por dólar en el área petrolera. “Aquí hay un punto importante, el grueso de las importaciones que está realizando Petróleos de Venezuela son a 10 bolívares por dólar”, resaltó una fuente del sector.
Para esa tarea específica de asignación de divisas baratas está Nelson Martínez, actual presidente de Pdvsa, quien es una ficha de Maduro y de Cilia Flores. Además funciona como “una suerte de contrapeso con la almirante Meléndez”, destaca la fuente.
Dentro de este grupo están funcionarios que son absolutamente operativos. Tal es el caso del viceministro de Finanzas de Pdvsa, presidente del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela y del Fondo de Desarrollo Nacional y responsable del Fondo Chino, Simón Zerpa, quien se lleva muy bien con El Aissami, pero tiene trato directo con Maduro y Cilia Flores.
La sanción individual del Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo ha tenido bajo constante tensión por los graves inconvenientes que se han presentado ante la imposibilidad de que su firma autorice pagos o contratos de financiamiento.
Con esta sanción se busca evitar que Zerpa realice ciertas transacciones, pero en nada imposibilita que los inversionistas, como los tenedores de bonos, puedan reunirse con él, explica una fuente del mercado financiero.
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