Venezuela atraviesa por una etapa oscura, muy tormentosa y compleja, lo que nos sucede es inédito, aunque no ha sido así para muchas partes del mundo. En esta guerra, el régimen no ha lanzado misiles, ni bombas de gran alcance, pero ha destruido todo a su paso. El maduro-cabellismo, es hoy la viva expresión de aquellos regímenes monárquicos, autocráticos y dictatoriales, que sometieron a sus pueblos al oscurantismo, la opresión y la humillación.
Del siglo XX destacamos las dictaduras fascistas de Hitler, Mussolini y Franco, las del PCUS en la URSS, la de China, la dinastía Kim en Corea del Norte y todas las de Latinoamérica; siendo, por estos lugares, las de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, la de Anastasio Somoza en Nicaragua y la de Augusto Pinochet en Chile, las más feroces. Lo nuevo en nuestro caso es que acá existe un militarismo entreverado con mafias del narcotráfico, psicópatas y malandros ansiosos por seguir saqueando las riquezas del país.
Estamos bajo el dominio de un cártel que ha mezclado todos los vicios dictatoriales, es tan retrógrado que contiene expresiones del caudillismo del siglo XIX, y del siglo XX recoge prácticas del gomecismo, del perezjimenismo, del dominio psicológico a través de la mentira, la manipulación a gran escala y de la humillación desarrolladas por Hitler y su principal propagandista, Joseph Goebbels y recibe directrices de Cuba. Todas se afanaron por el culto a la personalidad, aunque acá, el culto al difunto, fue derivando sólo en el culto al poder.
En los últimos 3 años, todos los actos han sido dictatoriales, y como en aquel pasado oscuro, el pueblo alemán endiosaba a Hitler y aplaudía sus atrocidades, grandes juristas le construyeron la plataforma legal para que cometiera los desmanes conocidos, muchos cayeron en sus trampas y ofertas engañosas; hoy en nuestro país, todavía hay quienes apoyan a la mafia enquistada en Miraflores, aplauden el hambre, la pobreza y el hundimiento del país en el fango de la destrucción y la corrupción, otros sucumben en medio de la frustración, el miedo, la impotencia y se rinden ante las perversidades de la dictadura. Lo positivo es que la gran mayoría rechaza la canallada.
Este pueblo está ávido de cambio, pero está disperso, desmotivado y asediado por la incertidumbre. Esa es una realidad dolorosa, pero no podemos postrarnos ante ella, el quid del asunto es ahora convertir el descontento mayoritario de la población en el pivote para el cambio político, las razones para seguir luchando son más poderosas que los reveces, el cártel nos escamotea una gobernación, como parte de sus desmanes y atrocidades contra el pueblo, pero ese acto dictatorial debe servir para reconstruir una fuerza organizada y consciente.
Un paso a dar es nuestra autocrítica por los errores, estar conscientes, que toda lucha tiene altos y bajos y asumir que estamos frente a nuevos retos. Sortear esta vorágine de acontecimientos, pasa por recomponer la unidad democrática, construir nuevos liderazgos y colocar en todos los hogares venezolanos la firme convicción de que, en unidad y a través de un programa de cambio, podemos salir de esta pesadilla. Y aun cuando creemos en el liderazgo colectivo, es pertinente que Juan Pablo Guanipa, se coloque al frente de esta enorme tarea, tiene el discurso adecuado para el momento, ha estado firme junto al pueblo en sus luchas y posee las cualidades democráticas para unir voluntades.
DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila