Esta expresión criolla -utilizada igualmente en países andinos como Colombia, Ecuador, Perú y Chile- significa afrontar una tarea con dedicación y diligencia. Hoy es clamor general la invitación a ponerse las pilas a los partidos políticos y a la sociedad civil en Venezuela, para estar a tono con la solidaridad, cada vez más firme y comprometida, del mundo con la democracia y la libertad en nuestro país. Solidaridad esta acompañada con el temor al peligro que para la región y el orbe implica el régimen venezolano, dominado por el terrorismo, el narcotráfico internacional y la guerrilla colombiana, con respaldo militar y político de Cuba, China, Rusia, Irán e Irak.
En estos ya casi 19 años de un régimen progresivamente castro-comunista y crecientemente narco-terrorista, la alternativa democrática ha tenido aciertos y desaciertos, acciones dignas de aplauso unas, otras menos, y algunas que nos avergüenzan. Tal vez el logro más espectacular de este año 2017 es el creciente respaldo internacional a nuestra causa, el de la OEA y su Secretario General, de los Comités de Naciones Unidas y ahora, más recientemente, del Consejo de Seguridad, del Gobierno de la Unión Europea y de sus países miembros, del MERCOSUR y de países fundamentales del Continente como Brasil, Argentina, Chile, México, Perú, Canadá y Estados Unidos, por solo mencionar algunos; la solidaridad de la Unión Interparlamentaria Mundial, del Parlamento Europeo, del Parlamento Latinoamericano y de la mayoría de los congresos de los países democráticos del mundo. Es casi unánime en la comunidad internacional el rechazo a la fraudulenta asamblea nacional constituyente, el respaldo a la Asamblea Nacional de Venezuela y el respeto por el Tribunal Supremo de Justicia de la dignidad, que funciona desde la diáspora.
La comunidad internacional está preocupada no solo por la perversidad contra los derechos humanos, sino por el hambre y las enfermedades, y por la criminalidad ascendente, al punto de que las estadísticas señalan hoy a Caracas como la ciudad más violenta del mundo, mientras otras tres ciudades venezolanas ocupan posición entre las diez primeras urbes violentas del globo.
Tardó la comunidad internacional en mirar hacia Venezuela. Durante mucho tiempo nos quejamos de la tolerancia de los países hermanos con los atentados del régimen venezolano contra los derechos humanos. El año que ahora concluye, por efectos bien logrados en la calle, con arrojo y valentía, y con aciertos políticos como la consulta refrendaria del 16 de julio, fuimos focalizados por la comunidad internacional que hoy nos mira. Desgraciadamente ahora los partidos políticos, la sociedad civil y la Mesa de la Unidad Democrática atraviesan una grave crisis por falta de brújula, ausencia de planificación y objetivo único. Es hora de reconstruir la unidad de la alternativa democrática sobre bases más sólidas.
En el sur de La Florida, VENAMERICA -sociedad civil debidamente registrada- que tiende a servir desde la diáspora a la reconstrucción de Venezuela, convocó el Coloquio “Partidos y sociedad civil para el cambio”, con el propósito de escuchar la opinión de todos y formular propuestas para la redefinición de los partidos y de la sociedad civil, y para reinventar la instancia de unidad de propósito y acción de las fuerzas del cambio, donde se encuentren por igual organizaciones políticas y sociedad civil organizada, factores religiosos, sindicales, empresariales, gremiales, sociales, militares en situación de disponibilidad y retiro, deportivos, culturales y otros igualmente influyentes en la sociedad. En mi próxima reflexión semanal me referiré a las propuestas que desde el sur de La Florida se hace a los líderes del cambio en Venezuela. Es hora de que todos nos pongamos las pilas para estar a la altura de un mundo que hoy, progresivamente, nos presta su ayuda, siendo bien probable que necesitemos de la solidaridad humanitaria militar internacional. Pongámonos las pilas.
DC / Paciano Padrón / @pacianopadron