En los mercados y carnicerías, ante la ausencia de la carne de res y las regulaciones del gobierno en los precios, se venden las entrañas del ganado bovino y sus extremidades, lo muestran los vitrales y aparadores de los comercios, pero ahora hay otro tipo de carne que también gusta. A todo pulmón los carniceros ofrecen la iguana congelada a sus clientes.
Quienes no pueden pagar por una, salen muy temprano a buscar al escurridizo animal en matorrales y arboles grande, ubicarlo o no es la diferencia entre comer bien o no hacerlo; María Muñoz contó como su esposo le lleva aves pequeñas como “palomitas” y “chiritas” pero cuando hay iguanas es mejor, debido a que tienen más carne. Dice que en varias ocasiones sale un “buen guisado” con tres de ellas de tamaño mediano
Tal como en el siglo 19, el hombre sale a cazar y la mujer prepara el producto de la cacería, para agregarle el elemento moderno, el hombre se involucra en la elaboración del plato, en esta oportunidad a la iguana la hirvieron, sacaron el caldo para un consomé que servirá para más tarde o el día siguiente, el resto quedo para el guiso de la carne. Capturan a un animal pero terminan ingiriendo otro distinto, quizás esto sirve para mentalizar a los comensales. Marcelin Canaan dice que al recibir el reptil en sus manos, es una iguana efectivamente, pero en el proceso de cortarlo y despellejarlo al entrar a la olla se convierte en pollo, y así lo llama inclusive mientras lo prepara
De seguir esta situación de escasez hasta el mes de diciembre los platos navideños cambiaran significativamente en la forma de preparación.
DC | Caraota Digital