Algunas decisiones clave en emprendimientos conjuntos con firmas extranjeras se han ido demorando. Los tanqueros varados van en aumento porque nadie gestiona los pagos por temor a ser acusado de irregularidades más tarde. Los empleados luchan para obtener la aprobación de gastos como taxis o cursos de capacitación. La más reciente cruzada anticorrupción en Venezuela, que según sus críticos ha servido al presidente Nicolás Maduro para consolidar su poder, está generando un pánico que paraliza a parte de la petrolera estatal PDVSA y su filial en Estados Unidos, Citgo Petroleum, según entrevistas con casi dos docenas de fuentes internas y vinculadas a la firma.
La purga, que ha dejado tras las rejas a decenas de ejecutivos, representa un riesgo para las operaciones de la nación miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que ya está produciendo a niveles mínimos en casi 30 años.
Los últimos problemas que enfrenta Petróleos de Venezuela (PDVSA), que alguna vez estuvo entre los líderes mundiales de la industria, podrían acentuar aún más el caos económico que padece la otrora próspera nación caribeña, sumida en una profunda recesión, una inflación voraz y una tasa récord de criminalidad.
Muchos de los detenidos aún no han sido reemplazados en sus cargos y la empresa parece desmoronarse en medio de una fuga de cerebros y la falta de personal calificado. Los ejecutivos que aún quedan no quieren proceder, por temor a que luego sean responsabilizados por alguna irregularidad. «En PDVSA nadie se atreve a firmar nada. Ni una tarjeta de Navidad», dijo un ejecutivo de una empresa conjunta entre PDVSA y una firma extranjera en la vasta Faja del Orinoco, que pidió permanecer en el anonimato.
El comentario fue respaldado en entrevistas con unos 20 trabajadores, actuales y antiguos de PDVSA, ejecutivos de firmas extranjeras, operadores y clientes de la petrolera. Los testigos observan que un clima de temor ha invadido la empresa y ha congelado la toma de decisiones.
La parálisis empeora dificultades como las crecientes deudas, la escasez de equipos, los robos desenfrenados y la crónica falta de inversión. El Ministerio de Petróleo de Venezuela y PDVSA no respondieron a las solicitudes de información.
«CACERÍA DE BRUJAS»
La venta de petróleo aporta más del 90 por ciento de las divisas que recibe Venezuela, aún cuando la producción del país con las mayores reservas de crudo del mundo, ha caído por debajo de los dos millones de barriles por día (bpd).
La industria petrolera es clave para el gobierno, al que sus adversarios acusan de usar cada vez más como un brazo político por designar en puestos directivos a aliados o militares, antes que a personal con experiencia en el sector.
En lo que algunos han calificado como una «cacería de brujas», ciertos funcionarios de nivel medio utilizan la purga contra la corrupción como una excusa para despedir a empleados con ideologías distintas a la del Gobierno o a colegas rivales, alimentando las tensiones en una compañía llena de guerras de poder.
«Ahora cualquiera dice cualquier cosa contra alguien y se lo creen», dijo una fuente de PDVSA en una llamada desde el teléfono de un pariente en un intento por proteger su identidad.
Personas cercanas a PDVSA dicen que la corrupción generalizada también ha contribuido a la decadencia de la crucial industria. Un informe del año pasado del Parlamento, dominado por la oposición, dijo que al menos 11.000 millones de dólares fueron «malversados» en la compañía entre 2004 y 2014.
Durante años, el Gobierno denunció tales acusaciones como «campañas de desprestigio» para sabotear su proyecto político y fomentar un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos.
Sin embargo, Maduro, quien está previsto que se postule para la reelección el próximo año, ha cambiado recientemente su tono. Ahora culpa a «mafias» y «traidores» por contribuir a una profunda crisis económica que ha elevado la desnutrición, la escasez y la inflación más desbocada del mundo.
Maduro apoyó las detenciones el mes pasado de dos de sus exministros de Petróleo, Eulogio Del Pino y Nelson Martínez, entre otros arrestos de funcionarios que alguna vez parecieron intocables. Pero abogados y dirigentes opositores critican que la Fiscalía brindó poca evidencia sobre las acusaciones.
El mes pasado, el presidente nombró un mayor general al frente de PDVSA y el Ministerio de Petróleo. El nuevo zar petrolero, exministro de Vivienda, Manuel Quevedo, no tiene experiencia en el sector.
Aún tiene que producir un plan de negocios detallado, pero ha prometido aumentar la producción en un millón de barriles por día, aproximadamente el mismo volumen que se ha perdido en los últimos cuatro años.
«¡Si podemos construir casi dos millones de viviendas, podemos recuperar la producción!», dijo Quevedo en un discurso reciente a los trabajadores de PDVSA, durante el cual también los instó a nombrar y avergonzar a los «escuálidos»: sus colegas pro oposición.
Críticos dicen que sus palabras demuestran su profunda ignorancia sobre el negocio petrolero y señalan que tampoco hay pruebas de que haya sido capaz de supervisar la construcción de tantas casas.
Una de las primeras medidas de Quevedo fue decretar que todos los contratos con PDVSA serán revisados, ??como parte de su «limpieza» de la industria. Eso ha asustado tanto a los clientes como a los socios, aunque no está claro cuán lejos llegará la revisión.
Fuentes dicen que Quevedo espera agregar más militares a la alta dirección.
RETRASOS Y CONFUSIÓN
Existe una creciente preocupación acerca de la menguante capacidad de PDVSA para financiar pagos y dirigir operaciones, especialmente ahora con ejecutivos sin experiencia llevando las riendas.
Las fuentes de PDVSA dicen que la escasez de embarcaciones es tan aguda en el occidental Lago de Maracaibo que a menudo los empleados ni siquiera pueden llegar a las plataformas.
El retraso en los pagos ??ha llevado a operadores petroleros a retener alrededor de 18 buques que transportaban crudo venezolano para exportar, dijeron dos fuentes.
Y el mayor centro de refinación del país, en la península de Paraguaná, estaba operando en un nivel mínimo histórico del 13 por ciento la semana pasada.
La joya de la corona de PDVSA, Citgo, con sede en Texas, tampoco se ha salvado. La mayor parte de su directorio fue arrestado en Caracas el mes pasado y un primo del fallecido Hugo Chávez fue nombrado para reemplazar al presidente encarcelado.
Hasta ahora, Asdrúbal Chávez maneja la operación de manera remota desde Caracas, dijeron dos fuentes, lo que ha causado retrasos y confusión. En Citgo no respondieron a una solicitud de información. Todos juntos, los problemas están generando un debate entre expertos sobre cuán súbita será la caída en la producción.
La Agencia Internacional de Energía prevé que la producción caerá al menos 500.000 barriles diarios a 1,5 millones de bpd en 2018.
En tanto, la firma de análisis Medley Global Advisors también pronostica un declive de entre 450.000-550.000 bpd «dada la magnitud de los riesgos que suponen las sanciones estadounidenses, el incumplimiento de pago de bonos, la hiperinflación y la militarización y purga de lo que queda de la capacidad técnica de PDVSA».
Una caída pronunciada en la producción haría menguar más la liquidez, lo que podría poner en riesgo el cumplimiento de una deuda total de unos 60.000 millones de dólares. El Gobierno de Maduro ha dicho que quiere reestructurar su deuda y ha seguido haciendo pagos, aunque con retrasos.
Incluso si la producción repunta, una porción creciente de los envíos se utiliza para pagar préstamos concedidos por aliados como China y Rusia, privando a PDVSA de buena parte de sus ingresos.
Mientras tanto, la frustración de firmas foráneas en Venezuela, que incluyen a gigantes como la estadounidense Chevron y la rusa Rosneft , crece por la falta de avances en viejos pedidos que van desde un mejor control operacional hasta mayor seguridad en campos petroleros aislados.
«Perdimos la esperanza de resolver nuestros problemas», dijo un ejecutivo de una de las firmas extranjeras socias de PDVSA.
DC | Reuters