A pocas horas de celebrar la Nochebuena, víspera del día de Navidad, día del nacimiento del niño Jesús, la gran mayoría de los venezolanos no tendrán el privilegio de comerse una hallaca, ni un pan de jamón, de estrenar ropa nueva y seguramente muchos niños no recibirán su regalo; esto es una gran realidad que duele escribirla pero requiere ser señalada, ya que no se justifica tanta desigualdad social en Venezuela, ante una crisis económica que no tiene parangón, en donde el salario del venezolano se ha empobrecido a tal nivel que solo le alcanzará para sobrevivir.
La crisis social ha tocado las puertas no solo de los sectores populares, también de lo que en una oportunidad los sociólogos llamaron clase media y clase alta, difícilmente un empleado del sector publico con un salario mínimo podrá cubrir sus propios gastos de manutención con los ingresos percibidos producto de su trabajo, como tampoco podrá mantener una familia de tres personas un profesional con un cargo gerencial en una empresa del sector privado, la hiperinflación ha devorado el ingreso salarial de los venezolanos, lo ha vuelto añicos, aunado a la escasez de productos, alimentos y la carencia de efectivo que producen un alza mayor de lo que hoy es inaccesible.
La situación es bien compleja, cada quien con su nivel de necesidad, muchas personas en época de navidad arreglaba su carrito para ir a visitar a sus parientes en otras partes del país, hoy el que tiene un vehículo ha tenido que estacionarlo, ante la incapacidad de poder hacerle un simple cambio de aceite, comprarle un caucho o adquirir un repuesto que se convierte inaccesible. Durante estas fechas decembrinas se veían en distintos sectores de la ciudad a la gente pintando sus casas, adornando el arbolito, haciendo un pesebre, preparando las hallacas y el ponche crema para celebrar en Nochebuena la llegada del niño Dios, hoy la triste realidad es otra, solo los privilegiados podrán mantener dicha costumbre decembrina.
Ante este contexto, reflexiono y me doy cuenta que lo que está en juego es la esperanza de los venezolanos, mientras que el gobierno ineficiente que tenemos disfruta las mieles del poder y nos ha llevado a tocar fondo, algunos sectores se han conformado con las migajas que les hacen llegar a través de las prebendas socialistas, sin entender que la única manera de progresar no son las limosnas, es a través del trabajo constante y decente, en un país que garantice excelente servicios públicos, salud, educación, seguridad y oportunidades de crecimiento y desarrollo, que responda por la estabilidad económica, en donde la moneda nacional tenga valor y el salario pueda representar una mejor calidad de vida para los ciudadanos.
Otra mayoría de venezolanos, se han cansado de esperar los cambios, se han decepcionado de la clase política y sus errores, se han desanimado y han perdido su capacidad de aguante, simplemente han perdido la esperanza, algunos estarán pensando emigrar si tienen la posibilidad, otros estarán desconectados, pero ante la inmovilidad la situación será peor, se requiere hacer esfuerzos, tomar la iniciativa, ir hacia adelante, luchar contra la desesperanza y seguir soñando por un futuro mejor.
Y finalmente, estamos los optimistas, que aunque tragamos amargo cuando vemos a alguien hurgando las bolsas de basura para conseguir algo de comer, que se nos parte el alma ver a un niño desnutrido caminando descalzo por los barrios de la ciudad, que aunque nos duele ver a nuestro país en ruinas; nos mantenemos firmes en Venezuela, alzando la voz ante la injusticia del poderoso, del que oprime al pueblo y estafa a la nación.
Aún somos muchos que no nos doblegamos, que seguimos con pie de lucha por un mejor país, construyendo escaleras donde se les levantan muros, convencidos que a la dificultad hay que enfrentarla y nunca puede perderse la esperanza, ya que la esperanza en palabras de Ana Elena Santanach “es esa puerta abierta que asegura que el deseo, el sueño, la meta u objetivo se transformará en realidad, mirando las situaciones de una manera alentadora y anticipando la victoria sobre los procesos”.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia