Acercándonos al 60º aniversario de la caída de la dictadura perezjimenista, nos permitimos señalar dos de las circunstancias que caracterizaron el destino posterior del tachirense. Inevitable, obviamente contrastan con las vibrantes personalidades del régimen actual.
El dictador fue juzgado en Venezuela, siendo recluido en un área especial de la Cárcel Modelo con las garantías mínimas para su integridad personal. Las gráficas de la prensa de aquellos años sesenta, dejan constancia de la vestimenta pulcra y hasta elegante en sus traslados a la sede de la Corte Suprema de Justicia, por no abundar sobre el régimen de visitas del que gozaba, siendo impensable confundirlo con los reclusos comunes del referido centro penitenciario.
La sentencia definitivamente firme que recayó sobre Pérez Jiménez, quizá atenuada para facilitar su cumplimiento, limitando su estancia en el país, fue por peculado y malversación. Puede decirse, a grandes rasgos, que robó unos buenos reales de la nación para irse definitivamente a vivir a Madrid, en una residencia con blindaje anti-atómico, trabajando – como buen andino – disciplinadamente el resto de su vida, para multiplicar la fortuna original.
Huelga comentar las condiciones que sufre el preso político de hoy, por lo que rápidamente aludimos al propio chavista que es detenido o perseguido por peculador y malversador, por razones enteramente estalinistas, pues, si algo tenemos es la corrupción masiva, descarada e impune en toda la dictadura, capaz de los más inimaginables y obscuros negocios. Del Pino o Ramírez, preso o buscado, demoledores de lo que fue una promisoria industria, como la petrolera, expresan la inevitable purga de una dictadura en la que no caben todos, por lo que probarán de la propia medicina con juicios amañados, vedados a la libre investigación periodística, que agregarán otros y más sensibles elementos, por motivos diferentes, a la formidable presunción de sus responsabilidades efectivas en la debacle.
Por lo demás, resulta incomparable el dictador que mudó su futuro a España, con un estilo de vida moderado que, apenas, supo de la filtración periodística del emparentamiento de la tercera o cuarta generación con una familia de la llamada nobleza europea, respecto a la conducta extravagante de los nuevos ricos que ha parido y exportado la tal revolución en curso. Frecuentemente, tienen por residencia una muy cotizada urbanización en cualquier continente, por vecinos a celebridades de las que esperan capturar fotográficamente una nalga al aire para una ulterior y suculenta anécdota, metidos en los negocios más turbios que honran la demenciales fortunas, robadas bajo las consignas del anti-imperialismo, la soberanía, el patriotismo sin fin y cualesquiera otras que les sirvieron de enjuague bucal.
DC / Luis Barragán / Diputado de la AN / @LuisBarraganJ