Su primera vez fue en 2007, a juzgar por la fecha de la carta más antigua que la policía encontró en casa del argentino Manuel Marcelino Gutiérrez. Este cartero de Puerto Madryn, una ciudad costera situada 1.300 kilómetros al sur de Buenos Aires, robó en poco más de dos años 19.302 cartas que nunca llegaron a su destinatario y acaba de entrar en prisión para cumplir un año de condena.
La policía descubrió el botín epistolar por casualidad. A fines de 2009, alertados por una denuncia de su suegra por violencia familiar, los agentes ingresaron al domicilio de Gutiérrez y encontraron 26 bolsas grandes de basura desbordadas de cartas. Eran tantas, que incluso había algunas escondidas en una vieja lavadora que no usaba.
En 2015, en su declaración ante el tribunal, Gutiérrez alegó que estaban “tapados de trabajo” y se llevaba las cartas a su casa para organizarlas por barrio y después repartirlas. Aseguró que le entregaban unas 500 cartas por día y “no le daban los tiempos” para distribuir más de 300. Poco a poco las empezó a ocultar en su casa y “después no las pudo entregar”. La mayoría de los sobres estaban cerrados, pero algunos habían sido abiertos y el acusado señaló a su suegra como la responsable de revisar el correo que él escondía.
La Justicia lo condenó a un año de prisión en suspenso por “violar y ocultar correspondencia privada”. Sin embargo, el cartero se dio a la fuga y permaneció en paradero desconocido hasta el pasado día 12, cuando fue detenido, confirmó hoy la ministra argentina de Seguridad, Patricia Bullrich.
Una de las cartas que nunca había a su destino contenía la puntuación de escolares de Puerto Madryn en una Olimpiada de Matemática en la que habían participado, según recordó el juez de la causa, Enrique Guanziroli, días atrás, cuando el condenado aún permanecía prófugo. Gutiérrez, de 47 años, cumplirá condena en el penal de Rawson, uno de los de máxima seguridad de Argentina.
DC | El País