Kenji Fujimori, el controvertido hijo menor del indultado expresidente peruano Alberto Fujimori, fue expulsado este martes del mayor partido opositor peruano, que lidera su hermana mayor Keiko, después de que en diciembre no votara alineado con su grupo parlamentario para evitar la destitución del actual mandatario Pedro Pablo Kuczynski.
Kenji, de 37 años y quien fue el legislador más votado en las elecciones de 2016, confirmó en su cuenta de Twitter la decisión de su partido Fuerza Popular, de sacarlo de sus filas.
El motivo de la expulsión fue la abstención de Kenji y otros nueve parlamentarios de su partido en la votación del 22 de diciembre en la que debía decidirse la destitución de Kuczynski por ocultar sus vínculos con la constructora brasileña Odebrecht.
Esas abstenciones hicieron que el presidente se mantuviera en su cargo. Dos días después de la votación, el presidente anunció el indulto de Fujimori, que cumplía una condena 25 años de cárcel por delitos contra los derechos humanos y corrupción, en una secuencia que fue calificada de «canje político» por parte de la sociedad peruana, algo que ambos han negado.
Kenji, el as bajo la manga de Fujimori
Esa abstención y el manejo del indulto de su padre también enfrentó a Kenji Fujimori con su hermana mayor Keiko, la líder del derechista Frente Popular que ahora lo expulsa.
Lo cierto es que el rol que jugó Kenji Fujimori en la liberación de su padre fue clave. Desde que ingresó a la vida política hace casi una década se lo fijó como objetivo, y así lo anunció a los cuatro vientos: quería ver al expresidente Alberto Fujimori fuera de prisión y reivindicar lo positivo de su legado.
Siguiendo la misma estrategia que le funcionó a su progenitor en su momento, el menor de los cuatro hermanos Fujimori ha recorrido pequeños poblados alejados de las ciudades, se ha vestido con los trajes típicos de cada zona, se ha sumergido en heladas aguas de lagunas para que chamanes le ayudaran a recargarse de energía y ha manejado tractores y empuñado palas junto a pobladores urgidos de atención.
En las elecciones de 2011 y de 2016, Kenji fue elegido como congresista, con la más alta votación en ambos casos y ha coqueteado con la posibilidad de presentarse a la Presidencia de Perú en el futuro. “Todo a su tiempo”, ha dicho.
El menor de los Fujimori brinda pocas entrevistas, pero en las que ha concedido ha entregado respuestas pausadas y pensadas, además de salidas ingeniosas con toques de humor a preguntas o comentarios incómodos. Además, ha convertido las redes sociales en su forma favorita de expresión y la estrategia de usar dibujos tipo mangas japonesas o hacer referencias a superhéroes le ha dado resultados.
Según un sondeo difundido a mediados de enero, Kenji goza de un 35% de popularidad, siete puntos más que su hermana mayor Keiko, dos veces excandidata presidencial, que en las últimas elecciones generales perdió ante Kuczynski por 50,000 votos.
Kenji y su hermana mayor Keiko han mantenido discrepancias públicas con respecto a su liderazgo y posturas tomadas por su agrupación política que ya le habían valido su suspensión en una oportunidad y que tienen su punto álgido este martes con la expulsión del menor del partido.
El menor de los Fujimori había pedido en más de una oportunidad la reestructuración de la agrupación política, la salida de asesores que considera enemigos, y no ha dudado en expresar su molestia pública con los congresistas que usan la imagen de su padre en campaña y luego se olvidan de él.
Postura conciliadora
A diferencia de su hermana mayor, Keiko, quien optó por consolidar y defender a su partido para que “vaya más allá de un nombre o un apellido” y de ejercer una oposición fiscalizadora y con “control político”, el congresista Fujimori ha mostrado más bien una postura conciliadora.
“Hay que dejar de lado el odio, el resentimiento y mirar hacia el futuro. No podemos tener un crecimiento estando divididos, hay que buscar puntos en común, tienen que haber consensos”, dijo en una entrevista radial.
Kenji Fujimori está acostumbrado a las cámaras. Creció ante ellas y se desenvuelve con naturalidad frente a las mismas.
Tenía 10 años de edad cuando su padre fue elegido presidente y las miradas de la población se volcaron hacia el pequeño de ojos rasgados y ademanes jocosos que siempre acompañaba al mandatario, en viajes, actividades y lugares donde sus otros tres hermanos no estaban. Nacido en 1980, Kenji Gerardo Fujimori Higuchi vivió 10 años de su vida entre edecanes y guardaespaldas, con quienes se sentía a gusto y para los que siempre expresó su admiración y respeto.
En una de las pocas entrevistas a profundidad que ha concedido, confesó que en el colegio sufrió bullying por ser hijo del presidente y que ahora toma con tranquilidad y buen humor las críticas que recibe e incluso los insultos que nunca faltan desde que ingresó a la política. “Me han dicho de todo: paria, autista… hay que tomarlo con buen humor porque de lo contrario la política te absorbe, te arruga, te vuelves una pasa”, dijo en una entrevista que concedió hace seis meses.
Kenji Fujimori estudió agronomía en EEUU y es un entusiasta practicante del Jiu-jitsu, un arte marcial de origen japonés cuya filosofía, él mismo reconoció, le ha servido para darle tolerancia, respeto y seguridad en sí mismo.
Él mismo se ha declarado un defensor de las minorías y ha apoyado públicamente a la comunidad LGTBI, algo que pocos políticos hacen en un país considerado conservador y con una población mayormente católica. Los que lo conocen bien destacan su disciplina y solidaridad, pero también saben que puede ser muy obstinado cuando algo se le mete a la cabeza.
Ahora deberá hacer uso de esos rasgos para continuar su carrera política tras el revés recibido por su propio partido.
DC | Univisión