Estás igual de nervioso que en la primera de todas tus citas. Esa sensación nunca se olvida: ¿me caerá bien?, ¿será igual de guapo que en la foto?, ¿entenderá mis chistes?, ¿causaré buena impresión? En efecto, esto del amor a ciegas puede llegar a ser estresante. Nos obligamos a nosotros mismos que sea una velada mágica, a que la química sea más que patente y, en definitiva, a que surja la chispa entre los dos. El mero hecho de que ya hayáis quedado demuestra predisposición, pero son en estos encuentros en los que cada uno toma la decisión definitiva y valora si le vale la pena pasar más tiempo con la persona que tiene en frente.
Para bien o para mal, este coqueteo cada vez se vuelve más complicado, ya sea por las barreras emocionales que nos imponemos o por la existencia de Tinder y la extensa oferta que lo acompaña. Por tanto, buscamos puntos de referencia que nos ayuden a determinar si habrá una segunda cita. Los más comunes suelen ser los intereses compartidos, el físico, el sentido del humor o incluso el nivel de ingresos.
No obstante, Robert Maurer, consejero matrimonial durante más de 30 años y autor de varios libros sobre bienestar, asegura que tan solo hay que ir al grano y hacer una pregunta para pronosticar si vuestra relación tiene futuro. Y sí, es un cliché: “Entonces, ¿cómo es que alguien tan maravilloso como tú sigue soltero?”.
Los conflictos son inevitables
El consejero explica en un artículo reciente de ‘Psychology Today’ que la respuesta es mucho más reveladora de lo que a simple vista cabría imaginarse. Para empezar, lo más probable es que la entienda como un cumplido. Acto seguido, señala Maurer, lo mejor que puede hacer es algo que el resto de terapeutas y expertos desaconsejarían: hablar de sus ex. Todos cometemos errores durante la vida en pareja, y ese no es el problema.
Sin embargo, a medida que vaya relatando sus relaciones pasadas, hay que fijarse en el cómo: “¿Está asumiendo algún tipo de responsabilidad por haber elegido mal o no haber tenido recursos en ese momento concreto de sus vidas? ¿Sienten que nunca tienen parte de la culpa del fracaso de sus últimas relaciones? Si la esencia en cualquiera de sus historias es la misma, que ella siempre es la víctima, ¡huye!”.
El psicólogo se apresura a matizar que todas las relaciones pasan por sus momentos duros y que hay ocasiones en las que, en efecto, el fracaso puede deberse a solo una persona de la pareja. Pero argumenta que si el patrón se repite en las respuestas, es normal preguntarse si cuando surjan obstáculos ella o él esperará que tú cargues con toda la culpa. Como señala el método Gottman, los conflictos de pareja son inevitables, pero en cualquier caso la clave para alcanzar el éxito es la habilidad para reparar el daño.
En este sentido, es muy difícil, si no imposible, arreglar algo si esa persona nunca admite que las relaciones son cosa de dos (como poco) y que ella también es parte del problema. Por lo tanto, Maurer recomienda buscar a alguien que esté dispuesto encontrar soluciones en su interior: “Nada es más vital para que una relación prospere”.
DC | El Confidencial