“No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura.” (Rubén Darío Aristeguieta Gramcko)
Para ti Aristeguieta, quien no ha enjuiciado el presente, con el criterio del ayer, al conocer demasiada prudencia en los jóvenes venezolanos de hoy, la cual, es mala señal. Pues en el fondo, has demostrado tener la misma edad, de lo que de joven aprendiste, que en el presente, tratas de que lo entendamos, ejemplo de la diferencia entre el tiempo en que se es demasiado joven y el tiempo en que somos demasiado viejos.
En esta oportunidad, Hablaremos de los jóvenes, a partir de mi propia experiencia. Al tomar lectura de las actitudes de este joven Aristeguieta Gramcko, y del poeta nicaragüense, Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío, príncipe de las letras castellanas, en su poema “Juventud divino tesoro que te vas, para nunca más regresar” Pues, hay que estar muy atentos cuando se habla de los jóvenes para no caer en la generalización, atendiendo nuestros propios orígenes culturales.
Aún, se pueden constatar trazos comunes, en los jóvenes del mundo entero. Los cambios en la pareja y la familia, la sexualidad, del impacto de la música, de la televisión, del cine y de Internet influyen y unifican considerablemente la mentalidad juvenil de casi todos los países. Tomando lectura a los señalamientos últimos de Aristiguieta, nos tomamos el tiempo.
Los jóvenes manifiestan una variada fragilidad aunque permanezcan abiertos, disponibles y generosos. No piensan sobre ideologías como en las generaciones del pasado. Aspiran a relaciones auténticas y están en búsqueda de la verdad, pero al no encontrarlas en la realidad, esperan encontrarlas en su propio interior. Tal actitud los predispone a replegarse, dentro de su individualismo, poniendo a su disposición el vínculo social y el sentido del interés general. Aunque el contexto social no les ayude a desarrollar una verdadera y propia dimensión espiritual, están dispuestos a comprometerse con algunas causas más grandes que las suyas.
Al final, siempre tendrá la razón, independientemente de cómo se vea tu vida, de cómo veas el hoy, joven o viejo, siempre tendrás la razón. Lo que para unos son “los últimos tiempos” del hoy, otros, recordaran en el futuro, como “los años dorados” del ayer. “Las personas viejas, piensan que el pasado fue mejor que el presente, inclusive comprometen el porvenir, las personas jóvenes piensan que el futuro será mejor que el pasado”.
Ser joven o viejo, no tiene que ver con la edad, tiene que ver con el espíritu, tiene que ver, en cómo ves el porvenir llamado por muchos futuro.
Los jóvenes, a menudo expresan el deseo de tener fe en sí mismos, quieren liberarse de las dudas, de los miedos ligados a la idea de un compromiso afectivo. A menudo tienen necesidad de ser apoyados, cuando se encuentran confrontados con la realidad, para poderse aceptar, para aceptar la vida y comenzar a actuar.
Debemos, aprender siempre a vivir los unos con los otros. Por último, su conocimiento de la fe cristiana y de la Iglesia queda ligado a un cliché y a la reconstrucción intelectual que circulan en las representaciones sociales, en la ciencia ficción de la televisión y del cine.
DC / Dr. Johnny Galue / Abogado, Político / @COOTUR