Las pérdidas, que ha ocasionado la crisis a Venezuela, no son recuperables. La próxima bonanza, de haberla, no asegura alcanzar, por sí misma, lo que hemos perdido con esta crisis. Veinte años hubieron de pasar para que Venezuela, alcanzara los niveles de pobreza que exhibe. Quisiera resaltar también un problema que normalmente pasa desapercibido, y que es, de la más alta importancia, la experiencia histórica, nos muestra que tomó doce años la recuperación del nivel de los indicadores de crecimiento observados antes que se desatara esta crisis.
La crisis es el resultado de un País, sin normas. Se nos presenta, entonces, una oportunidad sin precedentes para repensar la manera como los líderes han estado actuando y haciendo las cosas y para promover reformas que conlleven a un modelo más democrático
Quiero decir algo tan simple como dramático, si nos cruzamos de brazos a ver cómo la crisis nos pasa por encima, podrá tomar un cuarto de siglo volver a tener los indicadores sociales que hoy día podemos observar.
Las consecuencias políticas de esta lección son evidentes, la inestabilidad se puede prolongar en Venezuela, por un tiempo equivalente. Incluso en el escenario de una recuperación rápida, la recuperación social se prolongará más allá de los nuevos periodos presidenciales, dado que la recuperación económica no posibilitará una mejora de los índices que se alcanzaron en el periodo de crecimiento más importante en Venezuela. En suma, el contexto social y político, tensionará el sistema político. Los riesgos políticos de esta situación son evidentes. Los efectos son evidentes, Efectos sobre la democracia, Mayores demandas sobre el Estado, Más tensión y polarización política, Dificultades en la consolidación del Estado de derecho, y Efectos sobre los procesos de integración.
Incertidumbre es el mejor concepto para definir la situación actual en Venezuela. Incertidumbre sobre el desarrollo y la evolución de la crisis en Venezuela, sobre la velocidad y profundidad con que afectará a los distintos sectores en cada en el País. Incertidumbre, también, respecto a cuáles son las principales vulnerabilidades que presenta el País y cómo deberían priorizarse las respuestas en un contexto de las grandes restricciones, tanto políticas como económicas. Pero también la incertidumbre marca la evolución de la crisis en el contexto general y en la capacidad de aplicación de las respuestas por parte del Régimen. La incertidumbre, se refleja en las dudas sobre los conocimientos efectivos que poseen los economistas acerca de las medidas que deben ser tomadas, en el corto y en el mediano plazo. E incluso podemos señalar una perplejidad en el liderazgo Nacional, frente a esta crisis, que marca un cambio de era.
Pero también no hay certeza alguna de nada. Pues este proceso continuará, quizás por nuevos medios y nuevas formas. La rebelión en los intercambios y las comunicaciones, las grandes transformaciones en el transporte y las adecuaciones en la producción encontrarán mecanismos, diferentes a los conocidos a la fecha, mientras este País se asfixia en la incertidumbre. Lo cierto del asunto, es que, como consecuencia de la crisis, los paradigmas asociados a una economía de mercado sin regulación cayeron de manera tan rápida y estrepitosa como el Muro de Berlín. La construcción de un nuevo paradigma económico, como el petro y esto de la reconvención del signo monetario, para pretender equilibrar la crisis económica y alimentaria en Venezuela, tomará mucho tiempo, pues no existe una respuesta inmediata.
Si no existe claridad sobre los conceptos que permitan superar la crisis, difícilmente habrá un diseño compartido, con una visión de futuro capaz de construir la institucionalidad que necesitamos los venezolanos. Pero es básico, elaborar mecanismos de acción que regulen el sistema financiero y productivo, así como las instituciones que, a escala nacional, sean las contrapartes para enfrentar la crisis, sobre todo si se busca una respuesta democrática capaz de resolver los graves problemas de marginalidad, pobreza y hambre que sufren los venezolanos. Actualmente la pobreza y la exclusión exacerban la inestabilidad. Es tiempo de priorizar la dimensión social de la crisis.
Recuperar la política es una tarea fundamental del liderazgo. La calidad de la política es importante. La racionalidad del bien común se perdió. En este contexto, recuperar la política significa recuperar la racionalidad para velar por el bien común.
DC / Dr. Johnny Galue / Abogado, Político / @COOTUR