Reflexiones: Churchill. Por Luis Acosta

Winston Leonard Spencer Churchill nació en Blenheim Palace, Oxfordshire, Reino Unido en 1874. Estudió en la escuela de Harrow y de allí pasó a la Academia Militar de Sandhurst de donde salió en 1885 como Oficial del Ejército. Se formó para la pelea, la guerra y las batallas. Perdió muchas veces y, por eso, aprendió a pararse y empezar de nuevo. Empezó, como bautizo de fuego, en la Infantería de Punjab en el Ejército de la India y trabajó en el periódico de The Daily Telegraph como corresponsal de guerra. Allí escribió su primer ensayo sobre la campaña de Maloread y publicó su segundo libro “La guerra en el Rio”. En 1899 fue capturado y enviado a Pretoria de donde escapó.

A su regreso a Inglaterra, ingresó al Partido Conservador pero no se entendió con Chamberlain y se fue al Partido Liberal. Fue Secretario de Colonias, Presidente de la Junta de Comercio y Primer Lord del Almirantazgo. A comienzos de la 1ra. Guerra Mundial se vio obligado a renunciar pero dos años más tarde el gobierno lo llamo de nuevo para que se hiciera cargo de la producción bélica. Fue Ministro de Guerra pero fracasó en su reelección para la Cámara de los Comunes y escribió su cuarto libro “La Crisis mundial”. En 1924 fue elegido de nuevo miembro de la Cámara de  Los Comunes y Canciller del Tesoro. Ademas, fue Rector de la Universidad de Edimburgo, brillante escritor y aficionado a la pintura. Se casó con Clementina Hozier y nacieron un hijo y cuatro hijas.

En 1939, cuando su país entró en guerra, Churchill volvió al gabinete como 1er Lord del Almirantazgo y al año siguiente era Primer Ministro y Ministro de Defensa. Dice la nota en su país político de entonces: “con entusiasmo y energía poco comunes, condujo al país durante aquel difícil periodo de 6 años que culminó con la victoria sobre Alemania y sus aliados”.

Churchill y su partido conservador fueron derrotados en las elecciones de junio de 1945. En 1951 regresó al gabinete como Primer Ministro. Sin embargo, en el mismo año terminó de publicar los 5 volúmenes de sus Memorias sobre la II Guerra Mundial. En 1953 se le concedió el Premio Nobel de Literatura. Churchill sabía de armas, de política, comercio, de guerra y sabía como enfrentar los problemas.

No muchos en el mundo conocen del emprendimiento de este hombre Estadista e ingenioso espectacular que dejó a la historia su legado a la constancia y a la toma de su wisquicito que pareció no abandonar nunca. Churchill, dando tumbos con sus inquietudes publicas y de pensamiento, desarrolló su propia vida y la puso a andar. No perdió los valores patrios y sembró en su memoria la necesidad de mantenerlos para la posteridad como lo indican los fundamentos de su performance y, así, lo enseñó y dejó plasmado en los cinco volúmenes de sus Memorias sobre la II Guerra Mundial. Por otra parte, Winston en Hollywood merecía ser un exitazo y así ha sido. Roosevelt y Stalin trabajaron duro, pero el gran artífice de la victoria en la Guerra fue Winston Spencer.

El se había preparado para ello. La historia de su vida insinúa que nació para ganar esa contienda y a empujar a su nación a la mejor colocación de su Reino Unido. Por cierto, estando en sus funciones en la Cámara de Comercio de Londres, concibió una arenga que más que alabanza se constituyó en una oración mágica dedicada a los empresarios privados del mundo. Dice así: “Algunas personas consideran la empresa privada como un tigre depredador que debe ser fusilado. Otros, la ven como una vaca que se puede ordenar siempre. No muchas personas la ven como un caballo sano tirando una pesada carreta”.

Churchill más que político, pintor, escritor, Rector o funcionario público importante y reconocido, fue un estratega militar. Por lo tanto, sus compañeros y el Alto Mando Militar de los aliados en la II Guerra Mundial aprobaban sus propuestas. Por eso sus participaciones en cada porción vivida en las peores circunstancias aparecían. Winston Leonard Spencer Churchill ayudó a hacerlo todo, y en todo se convirtió.

DC / Luis Acosta