¡Puf! Está llegando Samuel Antonio con las compras. Fue muy sortario. El llegó con el apagón de la tarde que empezó a las 6pm. A esa hora comenzó el concierto del envión y el ventanal inició su tarea al abrir el apartamento. – No se ve nada, pero te ruego, conseguir el Meloxican de 7.5 mg que creo lo dejé al pie de la cama por el agite de salir y poder usar el ascensor. – Pon cuidado, no lo pises y desbarates las pastillas porque quedamos sin medicinas. ¡Pum! – ¡Le pegué la cabeza a la pared del cuarto! En efecto, no se ve nada y las velas de ayer se acabaron.
No sabemos cuánto va durar este apagón de hoy. Por Globovisión anuncian una entrevista a Jaime Bayly y mañana con Patricia Poleo. Vladimir, por apresurado, se adelantó con la entrevista y ahora no tiene audio y, además, el gobierno tomó el tiempo del mediodía que se reserva para Vladimir a la 1. Para completar, la iguana arrasó con Villegas y su programa y el cortocircuito dejó sin energía a la controlada Globovisión.
-Pero María, ¿qué paso con el programa de CNN? – Nada, solo le levantaron y congelaron su imagen televisiva incluyendo al periodista Del Rincón. Sin embargo, Patricia está prevenida a la entrevista para cuando haya energía. ¡Clac! ¡El Sr. Artigas se cayó en la escalera del decimo piso del edificio esperando la bolsa y la luz! Su esposa tiene 80 años y maneja su propia silla de rueda. Pero también anda en problemas. La bolsa con las medicinas se cayó al vacío por las escaleras, o las dejó en el ascensor con el apuro. El ascensor se les pasó con el apagón llegando al piso quince de la torre ocho, donde viven.
Oímos también que la Sra. Fefa no pudo alcanzar el arranque del ascensor y menos mal porque el elevador se quedó en la mitad del camino y no puede seguir su ruta hasta mañana, cuando se consigan los repuestos y se tenga la visita del técnico. Mientras tanto, nos vamos a la casa de la hija que vive fuera de la ciudad. Nos fuimos a tomar el autobús de La Cañada, del Municipio Urdaneta. Pero el autobús suspendió su salida por falta de cauchos. Por otro lado, no nos alcanza los fondos en efectivo para pagar el pasaje. Una pasajera de la cola, por caridad, propuso una colecta para pagar el pasaje a la octogenaria. No alcanzó el monto recogido. Para colmo de males, la abuela andaba con su nieto, quien lloraba porque quería un cepillado, pero no había del “rojo” que era el sabor que le gustaba. Le aconsejaron dirigirse al mercado de Las Pulgas de La Marina de Maracaibo, al pie del Lago, pero los bodegueros que hacen el trueque estaban cerrados, o fuera de servicio, y, para suma, la Melatonina que buscaba la octogenaria se le había acabado al único bodeguero abierto. Sin esa medicina no podría dormir en la noche. Entonces, llamó a su otra hija por su celular pero ella estaba complicada con la perrita de su sobrina. En efecto, le habían secuestrado la perrita y las hermanas menores estaban desconsoladas por la pérdida de la mascota.
La perrita apareció al día siguiente. La llevaron al veterinario de la Calle Ciencias de la ciudad para asegurarse que no estuviera embarazada. Pero resultó que la clínica del veterinario en cuestión no tiene “punto de pago” y tuvieron que dejar la mascota en garantía. Así que, ni el banco que está enfrente de la clínica veterinaria tiene efectivo y, finalmente, se tuvo que dejar el pobre animal en la clínica con el agravante que hubo que cancelar además la noche de la custodia y su alimentación. Agreguemos, además, el pago de la cama de la hija que ya no aguantaba el cansancio.
Total, un círculo vicioso en la vida. Cuando hay agua, no hay tobo. Cuando tenemos el recipiente, no hay efectivo. Cuando tenemos el efectivo, el boticario se ausenta. Si el vendedor está, el punto no funciona y, cuando funciona, se nos olvida la tarjeta. Nadie recibe cheque, no por desconfianza sino porque los bancos solo los cambia por otro cheque. Al final nadie puede comprar ni con punto, ni con efectivo, ni con tarjeta y, para complemento, nadie fía.
DC / Luis Acosta