Vuelve el jefe. El Real Madrid afronta la ida de las semifinales de la Champions con su líder espiritual como parte esencial del once que alineará mañana en el Allianz Arena de Múnich. Sergio Ramos, ausente en la vuelta de cuartos ante la Juventus, regresa al equipo dispuesto a liderar una zaga que, sin él, es menos hermética de lo deseable.
La prueba empírica se produjo el pasado 12 de abril. El capitán, que vio una tarjeta en el 0-3 de la ida por una presunta falta sobre Paulo Dybala («es la primera vez que me sacan una amarilla por recibir un codazo», llegó a comentar tras el partido), no pudo ser alineado en la vuelta por Zinedine Zidane. Sin él, la defensa del Madrid se volvió de plastilina y sangró en cada balón aéreo colgado para el remate de Mario Mandzukic, que se fue del Santiago Bernabéu con un doblete que a punto estuvo de dejar al Madrid fuera de la Champions.
Pero, incluso más allá de su contribución sobre el terreno de juego, el Madrid echó en falta su liderazgo, su ascendencia sobre el resto del equipo en un partido que empezó a torcerse muy pronto. Sin su cacique, el Madrid sufrió, falto del jugador que tira del equipo en sus peores momentos. Hasta que apareció el otro líder del Madrid, Cristiano Ronaldo, para sofocar la rebelión juventina y llevar al Madrid, por octava temporada consecutiva, a las semifinales de la Champions, su competición.
Cara y cruz
Ramos, 32 años, acumula ya unas cuantas batallas europeas ante el Bayern. Y puede decirse que la suerte ha cambiado para él (y para el Real Madrid) en los últimos años, pero que los comienzos no fueron fáciles. Su primer duelo ante el gigante bávaro se produjo en el curso 2006-07, en plena travesía del desierto de los blancos (seis años consecutivos cayendo en octavos de final). El partido de vuelta dejó, además del gol de Roy Makaay, el más rápido de la historia de la Champions, la imagen de un Ramos ensangrentado, con la nariz rota, como metáfora de un Madrid impotente.
Cinco años más tarde, ambos equipos se cruzaron de nuevo. Esta vez en semifinales. 2-1 para el Bayern en la ida y devolución de resultado por parte del Madrid en Chamartín. Llega entonces quizá el momento más amargo de Ramos en el clásico europeo. Se atreve con un penalti en la tanda, pero manda el cuero a la grada. A Manuel Neuer le hizo gracia. Pero dos temporadas después el que rio fue Sergio, autor de dos goles en la toma del Allianz ante el Bayern de Guardiola, la peor derrota jamás sufrida por los alemanes en su estadio (0-4). El cambio de tendencia se confirmó la pasada campaña, con otro duelo para los blancos (esta vez en cuartos de final) tras otra prórroga cardiaca en el Bernabéu, con una asistencia para el capitán.
El regreso de Sergio es una de las mejores noticias que podría recibir Zidane, que, a falta del acompañante en ataque de Ronaldo, tiene el once decidido para la batalla de Múnich. Un once, por supuesto, con Ramos al frente. Dos-dos es su balance ante el Bayern. Casi calcado al general entre alemanes y españoles. Máxima igualdad, aunque el capitán sabe lo que es ser factor desequilibrante. Vuelve Ramos, vuelve el jefe.
DC / Marca