Los investigadores de las universidades tecnológicas de Moscú elaboraron una innovadora fuente de energía. La electricidad se forma gracias a la desintegración beta del isótopo níquel 63.
Los resultados del estudio están disponibles en la revista Diamond and Related Materials.
El innovador dispositivo es capaz de acumular 3.300 milivatios/hora por gramo. Esto representa un resultado 10 veces mejor en comparación con las baterías existentes. Además, el invento es extraordinariamente duradero y puede ser útil durante decenios.
Mientras tanto, las baterías convencionales —celdas galvánicas— generan energía mediante procesos químicos. Este tipo de acumuladores es barato, pero produce una cantidad de energía relativamente pequeña.
Un largo periodo de servicio permitirá utilizar la tecnología en los lugares donde la recarga no es posible. Por ejemplo, se trata de cardioestimuladores o aparatos espaciales.
No obstante, entonces los acumuladores nucleares eran demasiado caros y poco potentes.
El grupo de investigadores rusos, liderado por el científico Vladímir Blank, se encargó de diseñar unas baterías más baratas y duraderas. Para ello, el equipo creó un prototipo de ‘pila nuclear’ hecha de 200 transformadores de diamante, combinados con capas de níquel estable y níquel 63.
Uno de los problemas más complicados fue calcular el grosor apropiado de dichas capas para que una cantidad suficiente de partículas pudiera emitirse y alcanzar el transformador. Luego resultó muy difícil elaborar los transformadores estructurados de tan solo 10 micrómetros de grosor —comparable al grosor de una bolsa de plástico—.
Por fin los científicos lograron crear un mecanismo de producción de componentes necesarios. Sin embargo, todavía es pronto para aplicar la tecnología de acumuladores nucleares, ya que el níquel 63 no se produce en Rusia para aplicaciones industriales.
Los investigadores prevén que su producción masiva empezará a mediados de la década del 2020. Mientras tanto, los físicos planean mejorar su reciente invento.
DC / Sputnik