Comienza nuevamente una temporada donde la protagonista es la gripe. El virus de la influenza suele estar muy activo en los meses del otoño e invierno, aunque su circulación sigue siendo importante a lo largo de todo el año.
La gripe suele ser una enfermedad autocontrolada; es decir, que el organismo se encarga de eliminar el virus mediante una pelea a través del desarrollo de anticuerpos. Y si bien suele ocasionar un cuadro clínico que es difícil de distinguir de otros virus respiratorios -como los del resfrío común-, se caracteriza por presentar los siguientes síntomas: fiebre (generalmente alta y persistente a lo largo de los días), dolor de cabeza, dolores musculares, decaimiento, tos seca, dolor de garganta y estornudos.
La transmisión del virus se produce por vía aérea a través de estornudos, tos, contacto con las manos o materiales contaminados con el virus como teléfonos, computadoras, utensilios de cocina. Por ese motivo, uno puede contagiarse en cualquier espacio cerrado, dentro o fuera de los hogares, en oficinas, escuela y medios de transporte públicos.
Existen muchas medidas para la prevención de esta enfermedad:
El lavado frecuente de manos con agua y jabón o con soluciones alcohólicas
Cubrirse la boca con el codo al toser o al estornudar
Ventilar bien los ambientes
Mantener las superficies limpias.
¿Cómo lavarse las manos correctamente?
No obstante, la principal herramienta para la prevención de formas graves de la gripe es la vacuna antigripal. Todos los años es necesaria su aplicación ya que el virus puede sufrir modificaciones o mutaciones frecuentes.
¿Quiénes deben vacunarse?
Todos los adultos a partir de los 65 años, los niños entre 6 y 24 meses, las embarazadas en cualquier trimestre del embarazo y las mujeres en los primeros diez días del puerperio (si no se vacunaron durante el embarazo) y todos los trabajadores de la salud -por el mayor riesgo de exposición y la posibilidad de transmitir la enfermedad a poblaciones vulnerables-.
La vacuna es especialmente importante para todas las personas entre los 2 y los 64 años con factores de riesgo y/o que padezcan alguna enfermedad crónica y persistente.
Es necesario señalar que la vacunación no provoca la gripe, ni empeora el cuadro gripal en caso de adquirirlo. Por el contrario, como fue dicho anteriormente, está destinada a prevenir las formas graves de gripe, y/o atenuar el cuadro en caso de que se presentara.
La pandemia de la gripe en 2009 nos dejó varias enseñanzas, como ser la vulnerabilidad de las mujeres embarazadas (tuvieron cinco veces más riesgo de morir que la población general), de los niños entre 6 meses y dos años, y los obesos. Consultar a un médico es necesario en estas épocas. No dudes en pedir su consejo y seguir las acciones que te recomienda.
Otras medidas de prevención
Además de la vacunación y la buena higiene, existen otras medidas de prevención que aquí te recomendamos y que están enfocadas a eliminar o disminuir el contagio del virus. Recuerda que el cuidado de la salud puede mantenerse con pequeños cambios de hábitos.
Mantén una alimentación sana y balanceada: Puedes aprovechar las frutas de temporada, que además de económicas, poseen vitamina C.
Lávate con regularidad las manos: Esto ayudará a eliminar los posibles contagios por objetos con el virus.
Evita espacios cerrados con aglomeración de personas: Un buen ejemplo son los transportes públicos, ya que el número de personas es considerable, la temperatura cálida y los estornudos constantes.
Ventilar las habitaciones: Este consejo aplica para casas y oficinas. El aire debe circular constantemente.
Evitar fumar: Sin duda el tabaquismo favorece la complicación de cuadros por gripa.
Dormir adecuadamente: El cuerpo humano necesita tiempo para regenerarse y mantener sus funciones básicas, por lo que dormir de manera adecuada ayudará a tus defensas.
No exponerse a cambios bruscos de temperatura: Si te expondrás a temperaturas extremas será mejor que te equipes con accesorios que minimicen el impacto del aire frío en el área del pecho y nariz.
¿Qué comer cuando tenemos la gripe encima?
Bien, en el caso de que estemos padeciendo los molestos síntomas de estas infecciones, podemos incluir en la cesta de la compra alimentos que contengan, sobre todo, propiedades antioxidantes, ya que permiten reducir las toxinas provocadas por la infección, fortalecer el sistema inmune y además, ayudar a reducir los síntomas y el tiempo del resfriado o la gripe.
Entre ellos, se aconseja consumir:
Alimentos ricos en vitamina C, como la naranja, los limones o los pomelos en cantidades siempre recomendadas, (como mínimo, cinco piezas de fruta y verdura al día).
Las verduras de hojas verdes oscuras como las coles o el brocoli, contienen también esta vitamina.
Los productos ricos en vitamina A que es un buen antioxidante, como la zanahoria o productos de origen animal como el hígado. No nos olvidemos tampoco del pescado, la caballa contiene también un buen aporte de esta apreciada vitamina.
El jengibre, el antigripal de la naturaleza
Según un estudio realizado por Family Medicine, el jengibre es considerado el antigripal natural ya que ayuda a restablecer el organismo cuando es atacado por la influenza. Tiene propiedades analgésicas, antipiréticas y antibacteriales que aportan mejoría al malestar general.
Para el malestar, prepara esta infusión: pica una cucharada de jengibre fresco y agrégalo a una taza de agua hirviendo. Opcional, puedes añadir miel y un poco de limón.
DC / DERF