“El mejor solo que mal acompañado”. “No hay mal que por bien no venga”. “El buen perfume viene en frasco chiquito”. “La necesidad tiene cara de hereje”. “Bueno es Dios por Sabio y por Generoso”. El refranero es mundial y resuena en los lugares más recónditos de La Tierra. El refrán se confunde mucho con el adagio, pero mucho menos con el proverbio. En los proverbios del Rey Salomón están dados con excelencia. Los otros andan por separado pero tienden igual a confundirse. Por cierto, “el refrán es todo dicho breve de uso común y entendible para todos, que encierra una sentencia o moraleja de general aprobación. Es, en fin, una forma semipoética en ritmo o frases simétricas que se adoptan”. Por ejemplo, “Más vale feo remendón que bonito agujereado”. El adagio es otra cosa, “encierra siempre un sentido doctrinal y puede servir como regla para dirigir la conducta de los individuos”. Este sentido moral no se encuentra siempre en los refranes. Además, el adagio no es metafórico como lo es el refrán. La frase “haz bien y no mires a quien” es un adagio. No queremos competir en refranes con los maracuchos que son quienes mejor usan y más simpático lo ingenian, el refrán en Venezuela. Es más, muchos refranes nacen de su propia cosecha, o creación o estructura, es decir, “Made in Maracaibo”. Cambiando el tema, se llama proverbio “a aquella sentencia que ha pasado a ser del dominio público de modo tal que es entendida inmediatamente por todos. En tal sentido, y sin complejos, los libros y la historia dicen que el proverbio es, aunque similar al adagio, de origen y construcción más cultos que éste. Empero, “los refranes son tan antiguos como la humanidad misma. Contienen experiencia de generaciones que lo mismo se escuchan en boca del más rústico labriego que del letrado más culto. Así, los refranes son la muestra más acabada de la sabiduría popular. Su contenido no es atinente a tal pueblo o región, a tal profesión, sino que forma el acerbo común de muchas naciones. Vienen con usos de muchos años de gente de muy distintas lenguas. Los romanos, franceses e italianos usaron el refrán “quien mucho abarca, poco aprieta”. Los griegos decían “quien la hace, la paga”. Por su parte, La Biblia, “ama a tu prójimo como a ti mismo” y el que “labra la tierra se hartará de pan”. El refrán debe ser breve, condensado y sonoro. Además de poéticos, como si fueran versos, con rima y medida.
La idea de este artículo es llegar más allá del propio Refranero y conocer más de su desarrollo. Alguien dice por allí: “lo que en un refrán se expresa en forma tan sencilla y sonora como comprensible, explicado con distintas palabras, podría dar materia para largos discursos. “El mejor un mal arreglo que un buen pleito”. “El que siembra en tierra ajena hasta la semilla pierde”. “El buen hijo vuelve a su casa”. “Cría cuervos y te sacarán los ojos”. “Música paga no suena”. “Amor con amor se paga”. Así, cuando un enfermo no mejora en la salud le dice “La música va por dentro”. “La verdad solo es Cristo”. “Solo una vez se ama en la vida”. “Cabriola, cabriola, no tiene nada en la bola”.
“Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca”. “Oye hijo mío y recibe mis razones; y se multiplicarán años de vida”. “Ten el consejo, no lo dejes; guárdalo porque eso es tu vida”. “No entres por la vereda de los impíos, ni vallas por el camino de lo malo”. “No te apartes ni a diestra, ni a siniestra. Aparta tu pie del mal”. “Dejad las simplezas y vive y anda por el camino de la inteligencia”.
Si logramos que los maracuchos identifiquen y clasifiquen por separado los proverbios, los adagios y los refranes, hemos ganado la pelea.
DC / Luis Acosta