Por resistirse al robo de un teléfono inteligente, al menos dos delincuentes a bordo de una moto, de la cual se desconocen detalles, asesinaron de tres disparos a un prospecto del béisbol de Grandes Ligas, informó Ana Ledezma, tía de la víctima, quien se encontraba en las afueras de la morgue de Caña de Azúcar destruida de dolor ante la irremediable pérdida de su ser querido.
Identificó a su sobrino como Anthony Omar Rincones García, de 21 años de edad, quien residía con sus padres en Arturo Michelena del municipio Santiago Mariño del estado Aragua.
Manifestó que el homicidio ocurrió entre las 6:00 y 6:30 de la tarde del lunes en la calle Los Mangos en Sorocaima II del municipio Mariño.
Apuntó que su sobrino venía acompañado de su padre y en el momento que pasaba por un centro de recreación, padre e hijo se detuvieron un instante para saludar a unos amigos.
Sin embargo, “mis seres queridos no se percataron que los venían siguiendo dos delincuentes a bordo de una moto y una vez frente al establecimiento, procedieron a robar a Anthony, quien forcejeó con los hampones”, dijo la denunciante.
En medio de la situación de violencia, uno de los ladrones desenfundó un arma de fuego, efectuándole dos disparos a nivel del pecho y otro en las extremidades superiores de la víctima, añadió.
Como aún tenía señales de vida, el muchacho que practicaba su disciplina deportiva en una escuela especializada de béisbol, fue trasladado al ambulatorio de la localidad, donde llegó sin vida, indicó.
– Murió a causa de tres disparos y debido a la acción hamponil, mi hermano perdió a su hijo por quien luchó incansablemente hasta llevarlo a ser un hombre de bien y de altos principios morales.
Finalizó diciendo que “tengo entendido que mi sobrino próximamente firmaría un contrato con un equipo del norte y producto de la delincuencia, sus sueños se acabaron para siempre”.
Ahora el caso quedó bajo averiguación de los funcionarios de la Base de Homicidios de San Pablo. Se espera que el caso no vaya a quedar impune. La comunidad donde ocurrieron los hechos claman justicia.
DC | El Siglo