El Sí de Irlanda al derecho al aborto supone un duro golpe para la Iglesia católica, antaño muy influyente en el país, y puede servir de ejemplo para la vecina Irlanda del Norte, donde crece la presión para reformar la legislación al respecto.
Los irlandeses aprobaron con una mayoría aplastante del 66% la liberalización del aborto en el referéndum histórico celebrado el viernes, en un país de fuerte tradición católica, tres años después de legalizar el matrimonio homosexual.
Dublín, que calificó el cambio legal de «revolución calma», prevé autorizar antes de finales de año el aborto durante las 12 primeras semanas de embarazo, y hasta las 24 semanas por motivos de salud.
Esos resultados reavivaron la esperanza de una liberalización del aborto en Irlanda del Norte donde, al contrario del resto de Reino Unido, el aborto sólo se permite cuando la vida de la madre está en peligro. En todos los demás casos, las mujeres que se sometan a una interrupción voluntaria del embarazo pueden ser condenadas a cadena perpetua, en virtud de una de las leyes más restrictivas de Europa, promulgada en el siglo XIX.
– «Situación anormal» –
Entre la multitud que acudió este sábado a celebrar la victoria del Sí en el castillo de Dublín había numerosos norirlandeses, incluidas las jefas del partido republicano Sinn Fein en Irlanda, Mary Lou McDonald, y en Irlanda del Norte, Michelle O’Neill, que llevaban una pancarta con el mensaje «El Norte es el siguiente».
«Pensamos que será un trampolín para el movimiento en Irlanda del Norte», opinó Claire, una vecina de Belfast de 27 años.
Tras la publicación de los resultados, la presión aumentó en torno a la primera ministra británica Theresa May para que emprenda una reforma en esa provincia británica, que no tiene gobierno local -normalmente competente en esa materia- desde 2017.
«Un día histórico (…) para Irlanda, y espero que también lo sea para Irlanda del Norte», tuiteó la ministra británica de Desarrollo Internacional y secretaria de Estado para las Mujeres y la Igualdad, Penny Mordaunt. «Esta esperanza debe cumplirse», añadió, reflejando la opinión de muchos diputados, tanto en la oposición como en la mayoría conservadora.
«La situación en Irlanda del Norte es muy anormal y se deben tomar medidas. Theresa May no puede permanecer callada ante esta cuestión», dijo Vince Cable, el líder del Partido Liberal Demócrata.
Incluso el Sinn Fein y los nacionalistas del SDLP, que se apoyan en el electorado católico, respaldan la legalización del aborto. Pero la perspectiva de un cambio rápido parece improbable, ya que sería una jugada arriesgada para May, cuya mayoría parlamentaria depende del DUP, un pequeño partido ultraconservador y unionista.
– «Ruptura» –
En la República de Irlanda, el resultado del referéndum se considera como una desautorización a la Iglesia católica, cuya influencia en la sociedad ha disminuido en los últimos años, debilitada por los cambios económicos y sociales, así como por los casos de pedofilia o de malos tratos en los albergues religiosos.
«Cuando yo era joven no podías comprar preservativos, ser homosexual, divorciarte ni tan solo ver «La vida de Brian», una película de los Monty Python, tuiteó Jason O’Mahony, un periodista de la edición irlandesa del Times. «Ahora somos uno de los países más liberales del mundo. Increíble», destacó.
El Irish Times resume el cambio con estas palabras: «La ilusión de una Irlanda conservadora y dogmáticamente católica ha saltado por los aires».
«Lo que ocurrió en el referéndum es un cataclismo, pero fue aún más un cataclismo la toma de conciencia de que el voto reflejaba sobre todo un cambio en lugar de iniciarlo», añade el periódico. «Nuestra fuerza no está en nuestro pasado, sino en nuestro futuro», asegura.
En Reino Unido, The Observer cree que los resultados de la consulta muestran «una ruptura con uno de los últimos vestigios de la influencia de la Iglesia sobre el Estado».
DC / AFP