Se quiebra cuando habla de sus hijos. Su voz tiene el tono del dolor y la impotencia. Sus palabras salen con las heridas del destierro. Su mirada conserva las imágenes de la miseria y la represión. Aún se siente preso. Tiene libertad física, pero no política. El opositor venezolano Villca Fernández llegó a Lima hace una semana. De la prisión al aeropuerto, del aeropuerto a Lima. Esa es la ruta que siguió tras dos años y cinco meses de sobrevivir en un calabozo por escribir un mensaje en Twitter contra el oficialista Diosdado Cabello . De padre peruano, es su primera vez en el Perú, donde intentará volver a nacer.
Su padre es peruano. ¿Cómo así usted nace en Venezuela?
Mi papá emigró a Venezuela allá por 1973, más o menos. Salió por el tema de la dictadura de Juan Velasco. Además, andaba en otra búsqueda. Venezuela solo era un punto de paso en su viaje a Europa e India. Pero Venezuela tiene algo mágico y se quedó atrapado.
¿Villca Fernández cómo se vuelve dirigente político?
Desde el colegio ya sentía esa rebeldía frente al sistema. Recuerdo que en el Gobierno de Rafael Caldera, previo a Hugo Chávez, se volvió obligatorio el servicio militar, a lo que me negué. Me encadené en la puerta del colegio.
¿En algún momento compartió la idea de cambio de Chávez?
Nunca. Yo tenía 18 años. Pero nunca creí en él. Mi padre tampoco creía en eso, porque decía que los gobiernos militares no son buenos, como los casos de Velasco, Augusto Pinochet, Fidel Castro. Sentí en Chávez algo que no era real, sino disfrazado.
¿A qué se dedicaba antes de ser detenido?
He estudiado diseño gráfico, derecho y al final me decidí por ciencias políticas, porque entendí que para cambiar el sistema había que introducirse en él. Debía formarme. No acepto que mañana el barbero o el agricultor se lancen para presidente. Zapatero a tus zapatos.
¿Solamente por un tuit contra Cabello lo encarcelan?
Fue la justificación, pero me encarcelan por todo lo que venía haciendo durante 16 años. Desde la llegada de Chávez me convertí en un luchador social y me opuse a sus políticas. Participé en la revuelta de 2002, tras lo cual sufrí persecución. Tres años después ingresé a estudiar ciencias políticas y me convertí en dirigente. Luego he participado en los procesos electorales: postulé a la Asamblea Nacional. De mi generación, pero en el oficialismo, es el ex vicepresidente Tareck el Aissami, a quien hemos derrotado en Mérida, en la universidad. Desde entonces ya me veía como su enemigo. Eso aceleró la persecución hacia mi persona.
¿En qué circunstancias lo arrestan?
Cabello me atacó en su programa de TV y me dijo que él personalmente se iba a encargar de ponerme tras las rejas. Cinco días después, le respondí que no le tenía miedo, que él tenía cuentas pendientes con la justicia y que le quedaba poco tiempo en el poder. Ese mismo día, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) me arrestó. Desde entonces, he estado detenido dos años y cinco meses hasta el jueves pasado.
¿Qué vivió en la cárcel?
Fue como entrar al infierno. Cuando te esposan de un brazo en lo alto de una reja y pasas días y noches ahí, es el infierno. Cuando te echan gas pimienta en la celda y te asfixian con una bolsa negra, es el infierno. Cuando te ponen electricidad en los testículos, es el infierno. Cuando te meten en la cámara del tiempo, que es un cuarto cerrado, sin aire ni luz, donde las paredes sudan y te dejan ahí hasta seis meses, entiendes que estás en el infierno. Más de 360 presos políticos siguen viviendo eso, de los cuales 153 son militares. Y ahora hay una nueva modalidad: el destierro.
¿Cómo es el día a día en Venezuela?
A pesar de haber estado en el calabozo, puedo contarte cómo es el día del venezolano por lo que vive mi familia. En Venezuela no se vive, se sobrevive. Hay mucha miseria. Antes abrías la nevera, no conseguías nada, pero te tomabas el agua fría y masticabas el hielo. Ahora, en los últimos meses, no hay ni eso, porque no tenemos luz. La gente se está muriendo de enfermedades porque no se consiguen medicamentos. No hay dinero en los cajeros; entonces, haces una transferencia a un anónimo que tiene efectivo para que te venda dinero. Es un negocio. Y si logras tener plata, no consigues productos.
¿Cómo saldrán de la crisis?
Pasará cuando salga este Gobierno frente a una oposición unida, que no la hay. Vamos a continuar con las protestas para que con la calle obliguemos al chavismo a dejar el poder. Seguimos exigiendo un proceso electoral.
Pero hoy parece imposible.
No lo es. La libertad de nuestro país no está en manos de una invasión extranjera, sino en la unidad real de la gente. Si generamos una fuerza social de resistencia y sumado a la presión internacional, podríamos estar forzando un proceso electoral a todo nivel para finales del año. Con la vida en la calle hay que sacar a Maduro, y este año.
¿Qué sintió cuando llegó a Lima?
Llegué muy dolido, con una rabia infinita. Solo seré libre cuando Venezuela sea libre. Si me hubieran dado la opción de elegir entre salir de Venezuela o quedarme en la cárcel, me quedaba en el calabozo, luchando desde adentro. En el aeropuerto fue doloroso porque mi mayor esperanza era abrazar a mis hijos, y solo tuve un minuto para hablar con mi hija mayor… (se quiebra). Llegué muy afectado, pero con mucha fuerza para seguir luchando. Estoy muy agradecido con el Perú.
¿Qué es Venezuela?
Es lo que llevo en mi corazón, representa la libertad. Aunque tengo a mi madre tierra en cuidados intensivos.
¿Y qué es el Perú?
Representa parte de mi historia, de lo que soy como ser humano. Pero también es un ejemplo a seguir. Espero estar a la altura de lo que me da el Perú.
DC | Perú21