El Tour de Francia programó al Direct Energie como último equipo en salir al escenario en su presentación por dos motivos: por los vínculos de la escuadra con el departamento de La Vendée (el acto se celebró en La Roche sur Yon, su prefectura), y por esquivar un final con mal sabor de boca si al Sky le correspondía cerrar la ceremonia. A pesar de que corredores como Romain Bardet o gestores como el presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), David Lappartient, habían pedido “respeto” para el vigente campeón de Tour, Vuelta y Giro, el público le dedicó pitos, abucheos y un hostil recibimiento. Froome volvió a hacer referencia al “caso cerrado” por su positivo de 2017 y a invocar “el apoyo de los increíbles fans franceses”. El Sky reforzará la seguridad en torno a su líder y Christian Prudhomme, director de la ronda y siempre crítico, se unió a las voces que reclaman “normalidad” para evitar incidentes.
El caso aún colea y divide a la comunidad científica. El profesor Ken Fitch, en cuyos trabajos se basó la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) para establecer la tasa del salbutamol, asegura que el tope de 1.000 nanogramos por mililitro en la orina no es válido: “Los valores de la toma y la aparición no siempre coinciden, aparte de no servir en situaciones de deshidratación”. Robin Parisotto, experto antidopaje y fundador del programa del pasaporte biológico, cargó contra la AMA y la UCI: “Sin un estudio farmacocinético, Froome no puede demostrar su inocencia. Sus pruebas carecen de credibilidad y las reglas han sufrido un duro golpe al verse socavadas por sus propias organizaciones”. De cualquier modo, el británico aspira a su quinta victoria en el Tour… y a convertirse en el segundo de la historia con cuatro grandes consecutivas, tras Eddy Merckx (Giro y Tour de 1972, más Vuelta y Giro de 1973).
DC / AFP