Los socorristas japoneses luchaban contrarreloj este domingo por rescatar a las personas afectadas por las inundaciones que provocaron unas lluvias excepcionales que siguen golpeando una parte del oeste de Japón y que dejaron 57 muertos, según un balance oficial provisional.
«Los rescates, salvar vidas y las evacuaciones están en una carrera contrarreloj», declaró Shinzo Abe durante una reunión de crisis en Tokio con los principales ministros, mientras que el portavoz del gobierno también anunció la desaparición de varias personas.
La cadena pública NHK dio un balance aún mayor, de 68 muertos y 56 desaparecidos.
Un centenar de habitantes de las regiones más afectadas resultaron heridos, según informó la Agencia de Gestión de Incendios y Catástrofes Naturales.
El estado de alerta máxima se levantó en todas partes pero se mantienen las advertencias.
En la ciudad de Mihara, cerca de Hiroshima, la lluvia paró el domingo en la tarde y los habitantes empezaron a constatar la magnitud del desastre.
Masanori Hiramoto, de 68 años, se quedó sin palabras al ver el estado de su vivienda. «No sé ni por dónde comenzar la limpieza», dijo a la AFP este agricultor de esta localidad donde se cultiva arroz.
Los caminos son ríos fangosos que dejan ver de un lado o de otro vehículos abandonados. «Esta área se ha convertido en un océano y me preocupa porque no sé cuánto tiempo permanecerá así», lamentó Nobue Kakumoto, un anciano de la zona de 82 años de edad.
«Las operaciones de rescate se están realizado las 24 horas», indicó Yoshihide Fujitani, un responsable de la gestión de catástrofes de la prefectura de Hiroshima. «También nos estamos encargando de las personas evacuadas e intentamos recuperar las infraestructuras vitales como la red de agua y gas», declaró Fujitani a la AFP.
Unas 300 personas, desde bebés hasta ancianos, también quedaron atrapadas en un hospital en Kurashiki, prefectura de Okayama, donde la crecida del río cercano barrió la zona.
«Se cortó la electricidad y el suministro de agua, estamos enfrentando escasez de agua y de alimentos», explicó por teléfono a la cadena NHK una enfermera.
Los equipos de rescate han sacado en helicópteros a algunas personas del hospital, mientras que otros fueron evacuados en bote.
– Una lucha sin tregua –
Mutsunari Imawaka, un portavoz de la oficina de gestión de catástrofes de la prefectura de Okayama, explicó a la AFP que la situación era muy difícil de evaluar. «La catástrofe es enorme y trabajamos duro para salvar el mayor número de vidas posible».
«Es una situación anormal frente a un peligro inminente», insistió un responsable de la agencia meteorológica, Yasushi Kajiwara, en una rueda de prensa.
Las lluvias causaron crecidas excepcionales, deslizamientos de tierra e inundaciones, dejando atrapados a numerosos habitantes, a pesar de las órdenes de evacuación de las autoridades locales para más de 2 millones de personas de personas, según informaron las autoridades.
Unos 54.000 integrantes de los equipos de bomberos, de la policía y de las Fuerzas de Autodefensa (nombre del ejército japonés) fueron desplegados en las zonas afectadas, «haciendo lo máximo para salvar vidas», subrayó Abe, pero afrontan grandes dificultades por los problemas de acceso en algunos lugares de zonas de campos.
Los equipos de emergencia por su parte intentaban salvar a vecinos refugiados en los tejados de sus casas.
Muchos pidieron ayuda a través de las redes sociales, escribiendo su dirección postal.
– Fábricas paradas –
Decenas de casas quedaron parcial o totalmente destruidas por las aguas.
Las lluvias superaron un metro en 72 horas en varias regiones. La agencia de meteorología estimó que niveles como estos no se habían alcanzado en varias décadas y calificó estas lluvias de «terribles» advirtiendo que se extenderán hasta el domingo.
Las fábricas (Panasonic, Mitsubishi Motors, Mazda) se vieron obligadas a detener sus cadenas de producción en la región al igual que las empresas servicios como Amazon.
Importantes frentes de lluvia además de tifones, muchas veces mortíferos, suelen golpear al archipiélago nipón durante el verano.
DC / AFP