Puso a Francia a sus pies con el Lille antes de hacer lo mismo en Inglaterra con el Chelsea y de conquistar definitivamente el corazón de los belgas. Porque aunque su talento saltó de inmediato a la vista con la camiseta de Bélgica, al mediocampista ofensivo le costó su tiempo encontrase a sí mismo completamente con la selección.
Está claro que Hazard lleva dentro el ADN futbolístico. Es de los que atrae público a los estadios y crea vocaciones. En eso tienen mucho que ver su felicidad con el balón en los pies, sus regates y sus destellos. El fenómeno parece impermeable a la presión, como si jugara permanentemente en su propio jardín. Tras pasar sin pena ni gloria por Brasil 2014, Hazard viajará a Rusia para inmortalizar su nueva ocasión de brillar junto a las estrellas más fulgurantes.
DC / FiFa