Manny Pacquiao está de vuelta. El filipino tardó tres minutos en despejar cualquier duda sobre su estado físico. Tiene casi 40 años (los cumple en diciembre), llevaba uno parado y es senador en Filipinas, pero nada le lastró. Lució como antaño. Velocidad, inteligencia y pegada, así acabó con Lucas Matthysse, al que arrebató el Mundial WBA regular (uno de los interinatos de ese organismo) del peso welter. El argentino llegaba confiado en retirar a la leyenda, pero se vio desbordado desde el inicio. Tres minutos en disipar fantasmas y 6 minutos y medio más para poner la pelea de su parte. Con un upper en el tercer asalto sentó a Matthysse. La pelea era suya y sólo tuvo que mantener el ritmo y esperar. PacMan no tiene la misma pegada de antes, no noqueaba desde el 14 de noviembre de 2014 (a Miguel Cotto), pero su pólvora no está mojada. Desenfundó en Kuala Lumpur (Malasia) para volver a reinar.
En el cuarto asalto le dio un poco de chanza a Matthysse. El argentino tomó la media distancia y Pacquiao aflojó mínimamente el ritmo. Era el momento de buscar otro resquicio. Lo hizo. En el quinto asalto, casi al final, encontró dos crochets con su mano adelantada. Matthysse tuvo que poner la rodilla en el suelo. No podía más. Tiró de experiencia, porque entre la cuenta y que iba a sonar la campana no se boxeó más. El argentino cambió de tercio. Debía esperar a recuperarse y no cruzar golpes. Eso hizo, con el permiso, claro, de Pacquiao. De nuevo asalto de transición y el séptimo subió la velocidad. Otra vez.
Presionó a Matthysse, que parecía tomar aire hasta que a falta de 30 segundos decidió buscar el golpe letal. Jab para marcar y upper para destrozar. Matthysse hincó la rodilla. Su mente le decía que se levantase, su cuerpo que no podía. Ganó el segundo. Se quedó arrodillado y el ábritro detuvo la pelea. Pacquiao volvía a noquear, ganar y reinar. Sí, de nuevo alzaba un cinturón al cielo. Cuarta corona en el peso welter para él. Histórico.
DC / As