El proyecto de una nueva Carta Magna en Cuba genera dudas sobre un verdadero cambio. El Estado mantendrá su carácter socialista, pero parece abrir puertas en aspectos de descentralización, libertades personales y económicas.
Para algunos es meramente maquillaje institucional, para otros, toda una revolución dentro del Estado Cubano. Se trata del proyecto de Constitución que la sociedad cubana validará mediante una consulta popular a partir lunes 13 de agosto hasta el 15 de noviembre.
La propuesta aborda aspectos tan distintos como la contemplación de la propiedad privada, una posible legalización del matrimonio igualitario, la reorganización del Gobierno con la introducción de la figuras de presidente y primer ministro y la creación de gobernaciones en distintas partes de la Isla, algo que podría significar una descentralización del poder a nivel regional.
Sería la primera modificación a la Constitución de 1976, redactada en tiempos soviéticos y se podría decir que uno de sus principales cambios es la aparente renuncia a constituir un Estado comunista. Sin embargo, el documento deja muy claro, desde la primera página, que Cuba seguirá siendo socialista.
Para el periodista Pedro Landa, director del portal Cubanet, establecido en Florida, el nuevo proyecto de Constitución es tan solo una forma de consolidar la institucionalidad del oficialismo: “Es un cambio cosmético por que el Partido Comunista sigue siendo la última instancia del país. Esta constitución es una operación de lavado de caras sin que haya un cambio sólido realmente”.
Aunque dentro de la isla algunos no lo ven de la misma forma. El periodista Pedro Martínez, considera que el proceso que está viviendo el país “no es una reforma parcial” y que este incorpora “los cambios que han vivido Cuba y el mundo en los últimos 42 años. Cuando vengan a Cuba van a encontrar muchas cosas que ya son privadas, esa realidad no existía antes”.
Una posible descentralización del poder
El proyecto plantea la introducción de la figura del presidente, quien sería el jefe de Estado por un máximo de dos mandatos de cinco años cada uno; la del primer ministro, quien sería, a su vez, jefe de Gobierno por un período de cinco años; y la de vicepresidente. Actualmente no hay un cargo de presidente como tal sino de presidente del Consejo de Estado y de Ministros y existen varios vicepresidentes.
Según el documento, los cargos seguirán siendo designados por el Parlamento Cubano, sin abrir espacios a la elección popular.
Para Landa, quien señala que Cuba ya había tenido antes presidentes, estas medidas no son una garantía democrática: “durante los primeros años (de la Revolución Cubana) hubo presidentes que fueron puramente decorativos. El poder continúa en manos del presidente del Partido Comunista, que actualmente es Raúl Castro».
El texto también limitaría el número de miembros del poder Legislativo, de esta forma, la Asamblea Nacional reduciría considerablemente su número de diputados, que en la actualidad suman 605.
Los medios de comunicación, una propiedad socialista
Otro de los aspectos que genera ciertos recelos tanto en la comunidad cubana como en la internacional es el de la libertad de expresión, ya que en caso de ser aprobada, la nueva Carta Magna establecería que si bien el “Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad de pensamiento, conciencia y expresión”, al mismo tiempo dicta que los medios de comunicación “son de propiedad socialista de todo el pueblo”.
Para algunos, la sociedad cubana exige cada vez más una apertura de los tradicionales medios de comunicación. “Yo no digo que se van a privatizar los medios, poco a poco. Pero en 1976 se reconocía solamente la propiedad estatal sobre los medios. En este momento se reconoce no solo la propiedad estatal sino la social, lo que significa que pueden pertenecer a jóvenes, a mujeres, no solo al Estado”, indica Martínez.
Pero eso no es suficiente para otros, quienes piensan que la censura seguirá siendo una constante en el país. “Hay nuevas tecnologías para que la gente se exprese, pero con la misma limitación. Empresas como Google han ofrecido al Gobierno cubano implementar Internet, pero el Gobierno no ha querido, y en un país donde la gente se gana 20 dólares al mes, no todo el mundo está dispuesto a pagar una hora de Internet, que cuesta un dólar”.
Hacia una legalización del matrimonio igualitario
Cuba ha sido tachada de ser uno de los estados con mayores índices de discriminación por preferencia sexual. Quizás por eso, de todos los temas que plantea el documento, uno de los que más revuelo ha levantado a nivel internacional es el de una posible legalización del matrimonio igualitario. También, por que este sería uno de los cambios más palpables dentro de la isla, en caso de ser aprobado.
El nuevo texto cambia la forma de concebir el matrimonio de la unión “entre un hombre y una mujer” a la “unión voluntariamente concertada entre dos personas con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común”.
Y es que el tema, que es visto como un avance en el reconocimiento de los derechos humanos, tampoco deja de ser polémico en términos políticos. “Como quiera que se mire, sí es un paso hacia adelante que se reconozca el matrimonio [igualitario] pero no es un logro de la comunidad LGTB, una comunidad que ha sido posiblemente el grupo más oprimido dentro de Cuba tras la Revolución, es un tema que ha aprovechado el Gobierno para lavar su cara, de aparentar que es un Gobierno nuevo que está cambiando”.
El modelo económico cubano, el eterno enemigo del capitalismo
El omnipresente control estatal sobre la economía cubana, parecería querer dar lugar a nuevas “formas de propiedad”, en la que los particulares podrían tener un poco más de libertad a la hora de acumular riqueza.
Según el texto, el Estado pasaría a reconocer seis tipos de propiedad que oscilan entre lo privado y lo público. Entre estas, las que más libertad permitirían a los propietarios serían las de «propiedad privada» y «propiedad personal», en la que los dueños serían personas o empresas independientes y cuyos bienes podrían estar vinculados o no a procesos comerciales de producción.
Ante esto, Martínez, considera que la nueva Constitución abre una nueva era económica dentro de la isla con más dinamismo y oportunidades para sus habitantes: “vamos hacia la creación de pequeñas y medianas empresas que van a tener capital propio pero en las que el Estado no va a tener el control de ninguna manera como lo tenía como con [la Constitución de] 1976, cuando todo era estatal”.
Sin embargo, el proyecto determina que el Estado se encargará de regular “que no exista concentración de la propiedad en personas naturales o jurídicas no estatales”.
¿Un nuevo panorama en las relaciones internacionales?
Desde la llegada de Donald Trump al poder, los intentos por descongelar las tensas relaciones que mantenían Cuba y Estados Unidos desde la Revolución Cubana, dieron un paso atrás en 2017 cuando el mandatario decidió volver a una política de “mano dura” respecto a Cuba.
Desde la isla, algunos ven la postura de Trump como algo negativo e insisten que una mejora de las relaciones diplomáticas entre los dos estados beneficiaría a ambos. Para Martínez, Cuba tiene mucho que ofrecer al mundo y especialmente a Estados Unidos, aunque según indica, “no por su población o por sus negocios, si no por su situación geográfica, por el turismo y por su postura de enfrentamiento a las drogas”.
Desde fuera, Landa cree que es poco lo que cambiará en caso de ser aprobado el proyecto, que ve como una forma de “del mundo acepte [a Cuba como] un estado legal y normal con elecciones con voto directo y partidos opositores».
Una vez finalizada la consulta popular en la que los cubanos podrán transmitir sus opiniones sobre el texto, incluso en aquellos que residen en el exterior, y se hagan las respectivas modificaciones, el 24 de febrero de 2019, el texto definitivo será sometido a un referendo que refrendará, o no, la nueva Constitución Cubana.
Ya sean de mayor o menor profundidad, los cambios que plantea el proyecto de una nueva Carta Magna en Cuba, marcan la transición de un poder que estuvo en manos de los hermanos Castro por casi 60 años y el inicio de una nueva generación política en el país. A partir de ahora el futuro de la isla está en otras manos, que deberán tomar, con el paso del tiempo, la decisión de continuar con el legado de la Revolución Cubana o iniciar un camino distinto para el país.
DC / AFP