El trabajo periodístico, y también el de opinión, se complica mucho en el difícil trajín de su manejo sobre todo cuando no se tienen claras las ideas y/o el contenido de la investigación o extremos a tratar. Siendo así, nos llama gratamente la atención la Sra. Aristegui porque ella elabora y prepara con cuidado sus entrevistas. En efecto, Aristegui es una mujer interesante que debe estar alrededor de los medios cincuentas. Su vestimenta en cada programa es ordenada, sobria y elegante. Su lenguaje, ingenioso, de mucha firmeza, acercándose con inteligencia a las zonas a tocar. Ella está en posesión de los insumos de base y en sus manos están los elementos útiles y precisos para que no se vaya el asunto fuera de su control. Por cierto, luego de las elecciones ganadas por López Obrador, ella se ha dado a la tarea de provocar entrevistas con los posibles titulares del gabinete del nuevo Presidente.
Desde luego, con el propósito de mover los escombros de los viejos y nuevos siniestros que se deben enfrentar con suficiencia, disciplina y seriedad tal, por ejemplo, el desnudar de una vez por todas la verdad sobre el destino final de los 47 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, Estado de Guerrero; el despertar de los casos de Lydia Cacho quien bajo el control internacional de los Derechos Humanos y con la concordancia de la ONU, se presentan, no solo importantes por lo impactantes que son, sino por las coincidencias del nuevo panorama político de México y las circunstancias de su proceso que los hace estar incluidos en los 29 millones 700 mil casos y siniestros que quedaron impunes en años anteriores, según informaciones manejadas por CNN tanto a partir de fuentes en México como en el resto del mundo. A esto le añadimos, los cientos de fosas clandestinas con restos humanos que continúan apareciendo. En efecto, Aristegui tiene una gran seriedad para dar vía noticiosa y legal al arranque de estos trabajos profundos de investigación, que tiene que desarrollar el nuevo gobierno de México, con las consecuencias que sean y donde aparezcan. Así, el circuito del CNN da mucha importancia y seguimiento a los siniestros y procesos cívicos, de sucesos y políticos que maneja con una dedicación seria y necesaria para, al final, ayudar a que los abusos de dirigentes y gobiernos, no se queden en denuncias sino que, con testimonios y sanos juicios, se llegue a alcanzar la justicia para que no se abandonen en pueblos y países los valores sagrados de la honestidad y sus mejores principios y costumbres.
Por eso, nos complace, con singular gusto, el ocuparse del CNN de Venezuela, Nicaragua, México, Guatemala, Honduras y, especialmente, de la política norteamericana, tratada, por ese medio y Aristegui, con el dispositivo valiente que da luz a la verdad, mantiene la información sin relleno y con la idea profunda y fiel de informar a su audiencia con respeto y dignidad. Como dice el burgo, “con la verdad por delante”, cual el trabajo en Diario Contraste, si vale decirlo.
En colorario, Aristegui tiene el don de distinción que coloca su personalidad en el más alto nivel universal, la sitúa en el mejor juicio periodístico con una buena dirección académica. Su fino talento y elocuente lenguaje cala sin dificultad en cualquier nivel cultural de sus invitados. Por último, es inconcebible que México, la quinceava economía en el concierto de las naciones y con un escaso 6% de inflación, presente semejante abandono en la seguridad y vida de su población. Además, México es vecino importante del país más desarrollado del mundo, los Estados Unidos de América con sus cincuenta estados de la unión.
No se explica que el pueblo de Benito Juárez, Amado Nervo y Cantinflas, de Pedro Vargas, Diego de Rivera, María Félix y Pancho Villa dejen la política, la poesía, el humor, la música, el arte, la belleza y la valentía para dar pasos a peleas, siniestros, odios, drogas, carteles, muertes y armas y arrebatar la tranquilidad de un pueblo que merece otras alternativas.
DC / Luis Acosta