Dieciocho minutos le bastaron a la estadounidense Serena Williams para ganarle un set a la estonia Kaia Kanepi. En esos 1.080 segundos, la puertorriqueña Mónica Puig y la francesa Caroline Garcia no habían sido capaces de definir un único juego. Porque, en ese espacio de tiempo, un mundo puede ocurrir en el US Open.
Tras 18 minutos el argentino Juan Martín del Potro y el croata Borna Coric luchaban en el cuarto juego de la primera manga en su encuentro de octavos de final.
En 18 minutos el español Rafael Nadal ganaba 3-2 al georgiano Nikoloz Basilashvili en busca de su pase a cuartos.
Dieciocho minutos que no garantizan nada. En los que se puede sentir que se tiene medio partido en el bolsillo y en los que se le puede escapar por completo. En los que se sueña con acabar deprisa y se da cuenta de que aún quedan muchos otros 18 minutos por jugar.
Serena Williams pasó como un rayo por encima de Kanepi en su enfrentamiento de octavos. En dieciocho minutos rozó la perfección. Resultado: 6-0. En un abrir y cerrar de ojos, un set en blanco con 14 «winners», 3/3 en «break points», 2/2 desde la red, cuatro «aces» y el 100% de los puntos anotados con su primer servicio.
Pero 18 minutos perfectos no garantizan nada y, 18 minutos después, había perdido su servicio y caía 2-3 en la segunda manga. Porque lo que se consigue en 18 minutos se puede perder en el mismo lapso de tiempo.
Y viceversa.
La estadounidense completó un final de encuentro brillante y acabó llevándose la victoria en tres sets, en 5,3 lapsos de 18 minutos.
«Cometí un par de errores cruciales y eso me costó el segundo set. No es que mi nivel bajara tremendamente sino uno o dos puntos fueron claves», explicó tras el choque.
– Un set fulgurante o un juego interminable –
En cambio el jueves, 18 minutos no dieron ni para definir un juego. La boricua Mónica Puig, vitoreada por decenas de compatriotas que intentaban llevarla en brazos a la victoria, chocaba contra la sexta sembrada, la gala Caroline Garcia.
En el tercer set y con el marcador 4-4, servía la francesa bajo el extenuante sol de Nueva York. No tardó demasiado en llegarse al «deuce» y, a partir de ahí, una y otra se vieron ganadoras en un «game» que se alargó hasta que la puertorriqueña cometió un error fatal.
Gozó de seis oportunidades de quiebre, salvó aún más ocasiones de ceder el 4-5 pero 18 minutos son muy largos. 1,080 segundos a más de 35º C pasan factura. La pelota le salió entonces demasiado larga con el resto, perdió el juego e, inmediatamente, también el partido con su saque.
«Obviamente es una sensación un poco fea ahora mismo. Estoy un poco molesta con lo que pasó, sabiendo que tenía una oportunidad pero así es el tenis. A veces uno tiene una oportunidad y se te va de las manos», dijo tras la contienda.
Si «cinco minutos bastan para soñar toda una vida», en 18…