Naomi Osaka se convirtió este sábado en la primera japonesa y la segunda asiática, después de Na Li, en ganar un ‘Grand Slam’. Derrotó a la mismísima Serena Williams por 6-2 y 6-4 en una final marcada por el cara a cara entre la estadounidense y el juez de silla Carlos Ramos, que le quitó hasta un juego a la Williams por las continuadas protestas hacia su persona después de pitar un ‘coaching’.
Serena se encontró con un clon de ella misma pero con 16 años menos. Y eso es mucha diferencia. Se vio desde el primer puntos en la central Arthur Ashe, tapada para la ocasión porque estaba lloviendo en la ciudad de los rascacielos. La estadounidense, que el 26 de septiembre cumple 37 primaveras y que jugaba su trigésimo primera final de ‘Grad Slam’, estaba más nerviosa que Osaka. Quizás porque era consciente que no tendrá muchas más oportunidades de sumar grandes títulos a su palmarés.
Ya perdió la final de Wimbledon con Angelique Kerber y este sábado tenía una segunda ocasión de igualar los 24 ‘majors’ de la australiana Margaret Court. Serena terminó el primer set con un 38 por ciento de efectividad con el primer servicio. Su rival lo devolvía todo y pegaba incluso más fuerte que ella. No había un agujero para atacarla.
Del 1-1 se pasó al 5-1. La nipona encadenaba cinco juegos, ayudada por los 14 errores procedentes del otro lado de la red, que le valdrían para anotarse la manga inicial. Naomi había ganado este año los 31 partidos en los que había tomado la delantera.
El portugués Carlos Ramos señalizó una amonestación por ‘coaching’ a la exnúmero 1 mundial. Eso no le gustó a la tenista local que fue directamente al juez de silla: «Yo no hago trampas para ganar», le advertía. La pupila de Sascha Bajin seguía a lo suyo. Afincada en Estados Unidos desde los tres años, luchaba por ser la primera japonesa campeona de un ‘Grand Slam’.
Osaka rompía la pelota con su derecha. Es verdad que ya había ganado a la Williams en la primera ronda de Miami pero un escenario como el Anierto de Estados Unidos es otra historia. Pero es que juega los puntos de ‘break’ en contra la misma tranquilidad de un peloteo. En la semifinal con Madison Keys levantó las 13 pelotas de rotura de la estadounidense.
Serena se llevó finalmente el servicio de su adversaria después a la sexta tentativa. La japonesa no cedía su saque desde los octavos con la bielorrusa Aryna Sabalenka. La Williams se adelantó 1-3 y la grada reaccionaba. Casi todos querían su victoria.
Lo que pasa es que la tensión le estaba pudiendo a la más veterana de las dos protagonistas. Perdió por tercera vez el servicio y lo pagó con la raqueta, rota por la mitad. Como ya había recibido una amonestación anteriormente, le costó un punto en el siguiente juego.
«Deberías pedirme perdón tú a mí. Yo soy madre y no hago trampas. Eres un ladrón y un mentiroso porque me has robado un punto», volvió a dirigirse Serena al árbitro. En 2009 ya fue descalificada en la semifinal con Kim Clijsters al amenazar a la juez de línea que le había pitado una falta de pie.
Ramos se cansó de las quejas hasta el punto de quitarle un juego. El tanteo se iba a 5-3. Serena montó el show y pidió al supervisor del torneo. Se puso incluso a llorar. Ganó un juego más pero no pudo con Naomi, que incluso pidió perdón al público por haber derrotado a la Williams.
DC / Marca