El papa Francisco evocó el domingo ante 100.000 fieles católicos el exterminio de los judíos de Lituania perpetrado por los nazis, setenta y cinco años después de la liquidación del gueto de Vilna, y llamó a las nuevas generaciones a no ceder a «cantos de sirena» similares.
«Hace 75 años, esta nación presenciaba la destrucción definitiva del gueto de Vilna. Así culminaba el aniquilamiento de miles de hebreos, que ya había comenzado dos años antes», recordó con tono grave el papa antes de la oración del Ángelus, en un parque de Kaunas, la segunda ciudad del país.
«Hagamos memoria de aquellos tiempos», dijo el pontífice en el segundo día de su viaje a los países bálticos, y pidió el «discernimiento para detectar a tiempo cualquier rebrote de esa perniciosa actitud, cualquier aire que enrarezca el corazón de las generaciones que no han vivido aquello y que a veces pueden correr tras esos cantos de sirena».
Después de la oración del Ángelus, Francisco señaló que iría a rezar por la tarde ante el monumento a las víctimas del gueto de Vilna, la capital del país. «Pienso en modo particular durante estos días en la comunidad judía», añadió.
Poco antes, en otra misa multitudinaria, el papa también evocó los sufrimientos del conjunto de la población, bajo el yugo de los nazis primero y bajo el régimen soviético después.
«Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran llevados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición», dijo. Kaunas sabe de esto; Lituania entera lo puede testimoniar con un escalofrío ante la sola mención de Siberia, o los guetos de Vilna y de Kaunas».
En el mismo momento, una veintena de judíos reunidos en la sinagoga de Vilna, a cientos de kilómetros, enumeraba con tristeza el nombre de algunos supervivientes del gueto, donde murieron 70.000 personas.
La visita del papa a este país de menos de 2,9 millones de habitantes, en su mayoría católicos, despertó emoción en Kaunas. «Nos trae esperanza. ¿Qué esperanza? La de un mañana mejor», dijo Edyta, una mujer de 30 años.
– «Jerusalén del Norte» –
Llamados «litvaks», los judíos lituanos formaban, hasta los años 1940, una comunidad de más de 200.000 miembros que hicieron florecer la literatura yiddish y la vida religiosa. Muchos políticos, como el ex primer ministro israelí Ehud Barak, personajes de la cultura como el escritor Amos Oz, artistas y empresarios tienen raíces lituanas.
El exterminio que los nazis llevaron a cabo —con algunos colaboradores lituanos— afectó a prácticamente todos aquellos que habían convertido a Vilna en la «Jerusalén del Norte».
Los pocos supervivientes fueron en muchos casos ayudados por amigos lituanos, más de 800 de los cuales fueron merecedores del título de Justos entre las naciones del mundo, entregado por el Instituto Yad Vashem de Jerusalén.
En la actualidad, no quedan más que 3.000 judíos en Lituania.
Cuando hablan de la Segunda Guerra Mundial, los lituanos utilizan el plural para hablar de dos ocupaciones: la alemana y la soviética.
La policía política de Moscú, el KGB, tomó posesión de la prisión de la Gestapo y la empleó hasta los años 1980 para detener e interrogar a curas que se negaban a aceptar el acoso contra el clero y los creyentes.
Fue el caso de Sigitas Tamkevicius, en la actualidad arzobispo octogenario. Detenido en 1983, fue duramente interrogado por los investigadores del KGB, que querían interrumpir a toda costa la redacción y difusión de un boletín clandestino sobre las persecuciones de los católicos, «Crónica», que circulaba de contrabando a Occidente y era leída por las emisoras de radio que emitían desde el extranjero.
Tras el homenaje silencioso a las víctimas del Holocausto, el papa Francisco visitará la celda de Tamkevicius en la antigua prisión, transformada en museo.
DC / AFP