Hace unos días en una asamblea de ciudadanos en el sector 23 de enero de nuestra parroquia Cristo de Aranza de Maracaibo, cuando intervenía sobre la importancia de organizarnos y articular cada sector para hacer frente al régimen que pretende pisotear nuestros derechos, una joven irrumpió al saber que estábamos ahí, para desahogarse en el cómo ha sido su dura realidad en los últimos meses. Con tan solo 21 años Yessika es madre de dos niños, viven alquilados en una pieza, su esposo tuvo que emigrar a Chile para poder mantener a su mujer y sus dos hijos en el país mientras reúnen el dinero para encontrarse de nuevo fuera de nuestras fronteras. Ha tenido que hacer largas colas en los bancos para retirar efectivo y poder comprar alimentos, medicinas y pañales más económicos en el centro de la ciudad.
“Las últimas semanas se han convertido en una tortura, pues en las noches no tenemos luz, los niños lloran y se me desesperan, se me quemó la nevera con los apagones y ahora tengo que meter todo en casa de los vecinos, se me han enfermado por la cañada y la basura que no la han limpiado nunca, he tenido que caminar con ellos con ese sol porque no consigo carrito, dejé mis estudios porque o comemos o me gradúo y seguimos peor, aquí la salida es irse porque esto no se aguanta” Yessika terminó preguntándome, ¿Por qué luchamos?
Luchamos porque mientras hay esperanza y la certeza de que tenemos más futuro que pasado, sobraran las ganas de echar este país hacia adelante. Luchamos porque desde hace 20 años una generación se ha levantado viendo como la miseria invade las calles de la tierra que los vio nacer y que hace contraste a la Venezuela que cuentan nuestros padres y abuelos.
Hoy luchamos por restablecer el valor de nuestros derechos, la supremacía de nuestra democracia, la calidad de vida de nuestras familias y la educación, los valores morales y ciudadanos como principal norte.
La juventud venezolana, esa que ha estado en la calle defendiéndose de cada atropello desde el día uno, lucha por liberar a su país de las mafias que lo tienen secuestrado. Luchamos desde nuestras universidades para rescatar esa cultura del esfuerzo que impulsa el progreso y desarrollo de las sociedades. Damos la cara sin miedo, frente al totalitarismo que pretende aplastar la libertad de expresión, de pensamiento, de vivir en paz.
Nuestra juventud sigue y seguirá luchando porque en nosotros renace la esperanza y la convicción que no vamos a perder a Venezuela en manos de delincuentes que se han aferrado al poder sin importarle las millones de vidas que hoy sufren de hambre por su ineficiencia y corrupción.
Luchamos porque nuestros abuelos tengan calidad de vida en su vejez y se recompense el trabajo y la dedicación que han tenido hacia su país, porque veremos crecer y pasear a nuestros hijos por estas calles de gracia sin el miedo de que serán atracados, secuestrados o no volverán a casa.
Frente a la indolencia, promovemos la solidaridad, la humildad, la compasión, el amor al prójimo y crecemos como ciudadanos. Los venezolanos tenemos derecho a soñar, creer y construir un mejor futuro juntos para que cada venezolano que se ha ido, pueda regresar y juntos reconstruir nuestra amada nación. Aportando cada uno desde nuestro espacio ese granito de arena que va a convertir de nuevo a Venezuela, en una tierra de oportunidades y donde nunca más el destierro sea una opción para vivir mejor.
No importa los esfuerzos que debamos hacer, sabemos quienes hemos asumido esta lucha en la primera fila que tiene sus sacrificios, pero Venezuela y su gente siempre valdrá la pena. Asumimos como generación, que la paciencia y el trabajo duro, serán necesarios para reconstruir un país que está totalmente en ruinas, superando la nostalgia de lo que fue y avanzamos a lo que será sin olvidar quienes son los responsables de esta tragedia.
Para que lo anormal no se convierta en lo habitual, la miseria en la imagen de nuestras ciudades, la indolencia en la carta de presentación de los venezolanos, la penumbra en la protagonista de nuestras noches y la calidad de vida en esa historia del ayer, estamos seguros que las transiciones son extremadamente dolorosas, sacrificadas, pero sin duda, debemos superarlas y pelearlas para poder avanzar.
¿Por qué luchamos? Porque sentimos un inmenso orgullo de ser venezolanos y vamos a defender nuestra patria, para que nuestra generación, asuma el servicio público como una vocación, la política como un medio para servir y bajo ninguna circunstancia servirse de él.
¿Cómo luchamos? Unidos, organizados, articulando cada sector, convirtiendo a Venezuela en el punto de encuentro de todos, porque nos necesitamos a todos para salir adelante. Confluyendo la presión internacional, valorando los esfuerzos de quienes han tenido que huir con la presión de cada sector, cada comunidad y cada ciudadano que haga retumbar bajo un grito de libertad los cimientos de esta, nuestra nación.
Por esa Venezuela donde podamos nacer, crecer, vivir y morir en ella ¡Vamos a seguir luchando!
DC / Orlando Chacón / Orlandochaconpjgmail.com / @Orlandochacon_