El gobierno durante su permanencia en el poder no ha contado con una oposición orgánica estratega, capaz de vencerlo en el territorio que el mismo chavismo ha impuesto. Primero, el régimen basó su hegemonía en la esperanza electoral que creó Chávez, la cual duró muy poco, luego, a partir de 2002, el boom petrolero consolidó su cimiento populista. Finalmente, destruidos Pdvsa y el aparato productivo, hoy el chavismo mantiene el poder exclusivamente a través de la violencia institucionalizada.
Es importante destacar, los detractores del régimen han obtenido triunfos como el recordado “con mis hijos no te metas”, el referéndum de 2007, la AN 2015, en gobernaciones, alcaldías significativas y en un lobby internacional cada vez más activo, sin embargo, todo ello no ha sido suficiente para destronar un chavismo menchevique desde hace mucho tiempo, repudiado al menos por 8 de cada 10 venezolanos. Ha sido así como consecuencia que los rivales del régimen han librado batallas que el mismo gobierno prepara y acondiciona.
Es fundamental, repetimos, “fundamental” comprender que la constitución de la república, las leyes, las instituciones en Venezuela son absolutamente nulas para el pueblo, para la oposición, éstas son instrumentos exclusivos del régimen las cuales ignora o manipula a su entero beneplácito, por ello resulta en extremo inocente creer que sí la oposición hubiese ganado las presidenciales o el chavismo perdiese el próximo referéndum constitucional ello signifique el final del gobierno, nada más alejado de la realidad. Recordemos cómo en 2007, a los pocos días de perder la reforma constitucional, Chávez hizo ley el proyecto rechazo por el pueblo, el chavismo en el poder continuará en la instrumentación del castrismo en Venezuela sin empacho alguno, a través del uso y abuso de las instituciones públicas secuestradas, de nuestras riquezas naturales y nuestros activos nacionales, lo hará a través de interpretaciones jurídicas TSJ/ANC afines con el realismo mágico.
No todo es tan fácil para la kakistocrácia roja, el poder en exceso es tan malo como la ausencia de poder, aunque trate de justificarse endilgando al “bloqueo” problemas que los venezolanos saben padece el país mucho antes del “bloqueo”, el chavismo acorralado día a día comete graves pecados, acumula consecuencias, la crítica entre sus acólitos crece como la espuma… al propio Bernal, en un rebosamiento de sinceridad, se le escapó hace semanas el mea culpa de quienes nos han (des)gobernado por 20 agónicos años. Ahora repetimos, la única manera que el gobierno consigue mantener el poder es a través del quebranto de la ley y de todo precepto democrático, anclado a la vía violencia institucionalizada, al manejo de la nación como una finca gomecista, lo que le ha permitido, cada vez de forma más precaria, contener el descontento popular in crescendo, pero no a la generalización de la oposición.
Así, no hay oposición orgánica funcional, pero más del 80% del país repudia al gobierno. El chavismo reposa su pansa en una tensa calma, en una inestabilidad inestable, en un tambaleante pulpito al que arremeten propios y extraños, cada vez con mayor tenacidad. Aunque no hay un liderazgo opositor empático, con arraigo popular, el régimen se debilita con el pasar de las horas y, en inversa proporción, sus detractores se hacen más numerosos, mucho más fuertes.
DC / Leandro Rodríguez Linárez / Politólogo / @leandrotango