Barça-PSG: conflicto abierto entre gigantes del fútbol

El último capítulo de la guerra entre el Barça y el PSG no afecta a un jugador de primer nivel, pero ejemplifica a la perfección la hostilidad entre ambos clubes en los últimos años y que lejos de apaciguarse, continúa creciendo.

El presidente del club francés, Nasser Al-Khelaifi, ha prohibido que uno de sus ejecutivos, Adrien Tarascon, responsable de las estadísticas de los partidos del PSG, participe en un acto organizado por el Barcelona, concretamente el Sports Technology Symposium que se celebrará los próximos 15 y 16 de noviembre, en respuesta al interés del Barça en Adrien Rabiot.

La decisión de Al Khelaifi también responde a las últimas declaraciones de Josep Maria Bartomeu sobre el PSG, en las que el presidente del Barça celebraba que la UEFA investigue a fondo las cuentas del club francés por temor a que haya podido incumplir el fair play financiero.

“Hay clubes que no son clásicos, sino estados que compiten”, lamenta Pep Segura, manager deportivo del Barça, en la entrevista que concedió a SPORT, en referencia ineludible al Paris Saint-Germain, el club que desde mayo de 2011 está en manos del capital catarí, concretamente del jeque al Thani, que depositó su confianza en Nasser Al Khelaifi (a quien conoció jugando al tenis) para llevar las riendas del club.

Caso Thiago Silva

Una de las primeras contrataciones millonarias de Al Khelaifi para el PSG fue un viejo objetivo del Barça: en el verano de 2012, el club azulgrana estuvo muy interesado en la contratación de Thiago Silva, por entonces en el Milan, pero el brasileño acabó en París a cambio de 42 millones de euros, una cifra muy alta para un defensa central.

El Barça empezó a comprobar entonces que competir económicamente con el PSG sería casi imposible: la inyección económica de Catar en el Parque de los Príncipes ha sido continua, hasta situar al PSG entre los grandes candidatos a la Champions con el fichaje de jugadores de primer nivel.

El ‘caso Thiago Silva’ se repitió posteriormente con Marquinhos, otro central brasileño pretendido por el Barça a lo largo de varios veranos (especialmente, en 2016 y 2017) pero que continúa en el PSG. A los gestores del club francés no les gustó que el Barça apretase tanto para firmar al brasileño, circunstancia que deterioró aún más las relaciones entre ambos clubes.

Un resultado deportivo, la histórica remontada que el Barça de Luis Enrique logró ante el PSG en la Champions 2016-17 (6-1 con polémica arbitral incluida) agrió aún más la relación entre ambos clubes.

Verratti tensa la cuerda

Pocos meses después, el Barça también trabajó a fondo para incorporar a otro jugador del PSG, Marco Verratti, durante buena parte del verano de 2017: no hubo manera de convencer al presidente del PSG, que reconoció sentirse molesto porque el Barça hubiese tocado a un jugador titular indiscutible.

Al Khelaifi no solo logró retener a Verratti, sino que devolvió el golpe con una operación histórica y que acabaría haciendo saltar por los aires la ya delicada relación entre los dos clubes: a comienzos de agosto de 2017, el PSG abonó la cláusula de Neymar (222 millones de euros) en una operación récord y sin previo aviso.

Una operación inesperada

Desamparado, el Barça intentó denunciar al jugador y resaltar que su huida al PSG retrataba las diferencias entre un club-estado y un club de la vieja escuela, cuya base sigue siendo la masa social y los patrocinios.

Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del Barça y que acabó por romper del todo las relaciones entre ambos clubes. El PSG llegó incluso a burlarse del Barça y de Gerard Piqué, que pocos días antes había dado por hecho que Neymar seguiría en el Barça. “Se firma”, publicó el club parisino en las redes sociales, en respuesta al “Se queda” de Piqué.

Desde entonces, Barça y PSG no se han enfrentado en un terreno de juego, pero sí en los despachos y sobre todo, de cara a la galería, ante los micrófonos.

Es habitual que los directivos del Barça se quejen del poder económico de un PSG controlado por el gobierno de un país que organizará el Mundial de 2022 y que insistan públicamente en que sus cuentas deben ser revisadas y controladas por la UEFA.

DC – Sport

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