Al asomarse en el Fenway Park la tarde del lunes, Enrique Hernández avistó a Alex Cora. Los dos puertorriqueños no tardaron en entablar una charla en la víspera de la Serie Mundial que enfrenta a dos históricas y acaudaladas franquicias, separadas de su duelo anterior en octubre por la distancia más larga entre oponentes que se haya visto en sus 114 años.
Hernández, el versátil jugador de los Dodgers, estaba maravillado por otro elemento singular en este Clásico de Otoño — el que los dos managers sean de minorías.
Como piloto novato de los Medias Rojas, Cora es el primer boricua que dirige en una Serie Mundial. Boston intenta coronarse campeón por cuarta vez en cinco años.
Dave Roberts, de madre japonesa y padre afroamericano, trae a los Dodgers por segundo año consecutivo a la serie por el título de las Grandes Ligas, uno que el conjunto de Los Ángeles anhela conquistar por primera vez en tres décadas.
“Es algo que le da un poquito más de sentimiento y hace más especial esta Serie Mundial”, dijo Hernández. “Son los Dodgers contra los Medias Rojas”.
Todo arrancará el martes en el Fenway Park, con un duelo de ases zurdos: Clayton Kershaw por los Dodgers ante Chris Sale, recuperado tras ser hospitalizado hace una semana por un problema estomacal.
Reúne también a varias de las principales figuras del momento, con todos los ingredientes para un apasionante choque. Son equipos similares por la profundidad de sus nóminas, en las que Cora y Roberts pueden mover piezas como ajedrecistas.
El dinámico jardinero de los Medias Rojas Mookie Betts, gran favorito al Jugador Más Valioso, versus Manny Machado, el villano de esta postemporada, inminente agente libre y el torpedero que los Dodgers adquirieron en julio para enderezar el rumbo tras rezagarse 10 juegos por debajo de .500 en junio. Toleteros como J.D Martínez y Justin Turner. Dos de los mejores cerradores de las mayores en Craig Kimbrel y Kenley Jensen. Y por si faltara algo, Yasiel Puig, el desinhibido jardinero cubano de los Dodgers que saca la lengua, realiza gestos con connotaciones sexuales y suelta el bate con gusto al conectar jonrones.
Kershaw tratará de contener a un equipo que fijó un récord de la franquicia al acumular 108 victorias, y que viene de despachar con solvencia a los Yanquis y Astros, que también alcanzaron los 100 triunfos, en los playoffs de la Liga Americana.
Ganador del Cy Young de la Nacional en tres ocasiones, Kershaw nunca ha lanzado en Fenway. Tantas son sus ganas que prácticamente se dirigió del aeropuerto al estadio para probar su rutina en un montículo del bullpen.
“Voy a tachar algo que tenía pendiente, pero la verdad es no me dejo llevar por el tema de la historia”, dijo Kershaw.
Pero la presencia de Cora y Roberts como managers es un aspecto único.
“Es simbólico y se debe alabar”, resaltó Cora, quien dirigirá contra el equipo que le tomó en la tercera ronda del draft de 1996 y del que fue integrante entre 1998-2004.
Cora no sería el primer latinoamericano en ganar una Serie Mundial, puesto que el venezolano Ozzie Guillén lo logró con los Medias Blancas en 2005. Roberts tampoco sería el primero de raza negra en conquistar la corona, ya que Cito Gaston obtuvo cetros consecutivos con Toronto en 1992-93.
Pero ambos casos son de alabar, al tomar en cuenta que no fue hasta 1969 que un latino dirigió en las mayores, con Preston Gómez al mando de San Diego y que se debió esperar hasta 1974 para el nombramiento del primer piloto de raza negra con Frank Robinson en Cleveland.
“No soy alguien que se pone a meditar mucho sobre estas cosas pero cuando lo hago, en un momento como el actual, es especial”, dijo Roberts. “No se trata de mí o Alex, es del poder que las minorías reciben oportunidades y responden bien. Creo que eso da más oportunidades para otros. Existe una responsabilidad de la cual estoy seguro Alex comparte conmigo de hacer las cosas bien y ser excelentes líderes”.
Cora y Roberts coincidieron tres temporadas como jugadores con los Dodgers y serán los primeros excompañeros de equipo que se enfrenten en una Serie Mundial como managers desde Mike Scioscia (Angelinos) y Dusty Baker (Gigantes).
La última campaña en la que estuvieron juntos en Los Ángeles fue la de 2004, en la que Roberts fue traspasado a Boston en la fecha límite de cambios. Lo ocurrido después es bien conocido. Abajo 3-0 en la serie por el título de la Americana ante los Yanquis, Roberts entró como corredor emergente por Kevin Millar en el noveno inning. Se robó la segunda base frente al excepcional cerrador Mariano Rivera y luego anotó la carrera del empate. Los Medias Rojas ganaron ese partido y los tres posteriores, antes de barrer a los Cardenales para adjudicarse su primer campeonato desde 1918.
Al subrayar la importancia del aporte que puede dar cada uno de las 25 piezas del roster, Cora evocó a su excompañero.
“Nunca se sabe quién será el héroe, el que salga a batear, el que debe subirse al montículo o jugar defensa”, dijo Cora. “Dave Roberts en 2004 vino acá, se robó esa base ante los Yanquis y el resto es historia. Y ahora regresa (a Boston) y gana mucha plata firmando autógrafos. Sé que firma ‘la base robada más importante en la historia del béisbol’. Se llena de plata en una hora”, añadió sonriente.
Volverán a verse con dos primeros juegos de mucho frío en Boston para luego pasar al calor del sur de California, separados por una distancia de 4.160 kilómetros (2.588 millas). Será la primera vez que las dos franquicias se enfrenten en una Serie Mundial en 102 años.
AP