Apenas Chávez llegó al poder demostró su talante autoritario, el secuestro institucional daba sus primeros pasos, basta recordar el caso Micabú, donde Miquelena, mano derecha de Chávez, adjudicó a una empresa relacionada con él la impresión multimillonaria de la nueva carta magna. Recordemos también la malversación impune del Fondo de Inversiones y Estabilización Macroeconómica realizada por el oriundo de Sabaneta en sus primeros años, ambos casos fueron finalmente engavetados, el “incomodo” Fiscal General, Javier Elichiguerra, fue sustituido por Isaías Rodríguez, rojo rojito… ni hablar del TSJ, CNE, etc.
Desde ese momento comenzó el “Oscurantismo Venezolano” por culpa de numerosos protagonistas, entre ellos Juan Barreto, quién tiene mucho que explicar en cuanto a la creación de colectivos armados a raíz de su permanencia en la Alcaldía Metropolitana, Luisa Ortega Díaz quien permaneció 10 años como Fiscal General y “ahora es cuando se da cuenta de la corrupción del gobierno”, Rafael Ramírez, máximo jerarca de Pdvsa por una década, quien hizo y deshizo siguiendo instrucciones del expresidente Chávez o la misma Gabriela Ramírez quien fungió como Defensora del Pueblo en 2014 haciendo caso omiso a las públicas y notorias violaciones de derechos humanos durante las protestas de ese año. Al igual que estos personajes, andan otras figuras “arrepentidas” del chavismo quienes, excluidos de “guisos” o presabidos del cercano final del régimen, tratan de lavar culpa, aminorar consecuencias.
Hoy, figuras chavistas se autodefinen como “originarios” como sí ello los exculpase, particularmente creemos esa categorización los inculpa mucho más, pues el génesis del desastre que hoy es Venezuela yace en los progenitores del chavismo, cuya esencia desde sus inicios ha sido la consolidación del castrismo en Venezuela, sí no cree en estas letras acuda a las evidencias: centralismo retrogrado e inconstitucional, idolatría cavernaria a los gobernantes, institucionalización de la violencia, partidización de la sociedad, denigrantes controles, racionamientos, la enajenación de los derechos que nos han acompañado por más de 200 años, por los que nuestros próceres independentistas perdieron fortunas y dieron sus vidas.
No se trata de construir trabas basadas en radicalismos estériles, Venezuela atraviesa la peor crisis estructural de toda su historia y debe vacunarse para siempre, ni la Compañía Guipuzcoana saqueó al país como el chavismo lo ha hecho desde que llegó al poder, además de sembrar espantosas patologías ajenas a la venezolanidad. Para reconstruir nuestro país se debe actuar con pies de plomo, hacer de la justicia, del Estado de derecho, de la constitucionalidad los pilares fundacionales de la reconstrucción. A los responsables de tanta destrucción/sufrimiento les debe caer todo el peso de la ley (justa e imparcial) deben pagar por las lágrimas que han hecho derramar tan injustamente a un pueblo tan noble como el nuestro.
No hay chavismo originario (que sería el peor de todos), ni crítico, mucho menos democrático, ni ningún otro ¡El chavismo es solo uno! Cupular, autocrático, populista, castrista, castrador de libertades y derechos… lo estamos padeciendo en carne propia. Para que Venezuela se encamine a la prosperidad, finalmente pueda entrar al Siglo XXI, nuestro país, sus habitantes, sus líderes, deben girar el rumbo país 180° a lo que nos ha impuesto “el chavismo” y sus dantescos protagonistas en estos tragilargos 20 años de oscurantismo.
Leandro Rodríguez Linárez / Politólogo / @leandrotango